Y es que la sociedad actual tiene miedo a todo lo que es claro y
manifiesto. teme a la verdad y piensa que es un ogro que se impone con
violencia. Hoy en día la verdad ha sido encarcelada acusada de
totalitarismo e intransigencia.
Por otra parte la presión social es fortísima contra todos los que
tienen alguna idea clara y distinta, contra todos los que defienden con
seguridad aquellas conductas y principios derivados de la naturaleza
propia del hombre como son su realidad diferenciada, el valor sagrado de
toda vida humana y la monogamia como actitud más acorde a la dignidad
del hombre y de la mujer.
Es el relativismo el que se ha hecho fuerte y ha desembocado en una
tiranía social agobiante. Y, como el Papa Francisco afirma, donde hay
"lobbys" organizados se suele violentar la libertad. Los intereses de
grupo presionando para transformar la sociedad al tiempo que afirman que
nada es verdad o mentira, todo puede alterarse, la naturaleza humana es
un mero "fieri". Y, sin embargo, sus propuestas que chirrían contra el
sentido común, deben de ser no sólo respetadas sino impuestas.
La verdad no es un monstruo, es el fruto del estudio y del
conocimiento. Es la luz que llega como resultado de la búsqueda. En la
ciencia es el hallazgo, en la investigación es el éxito, en las ciencias
médicas es la ocasión de imponer el tratamiento correcto. Y, en los
aspectos antropológicos su encuentro lleva a la paz y al recto orden
social.
Por otra parte la verdad no se impone, sino que se presenta. No es
plena sin un asentimiento libre. La voluntad queda cautivada y enamorada
de la verdad. No da miedo al que piensa porque es el fruto exitoso de
sus esfuerzos. Con ella profundizamos en las leyes de la naturaleza y
podemos utilizarla sin destruirla. Y, también, profundizamos en lo que
es realmente el hombre y organizamos el recto orden social fomentando lo
que le hace bien.
Sólo el soberbio, el que quiere ser creador que no criatura, ese
niega la verdad porque se recibe y supone el esfuerzo y la humildad de
buscarla. También el acomodaticio la niega, como Pilatos, porque le
exige obrar según razón, según unos principios, porque le dice que "no
todo vale".
En definitiva, sólo deberían tener miedo a la verdad aquellos que han claudicado con la mentira.
Federico R. de Rivera