miércoles, diciembre 22

Peligros públicos



Cuando uno piensa que Dios nos ha creado libres y que nos deja hacer "toda nuestra vida" tal como queramos, eso sí, con los frutos que nuestras acciones den y la obligación de "rendir cuentas" de la Hacienda al final de la jornada, pienso también lo miserable que son los "ideólogos" progresistas que pretenden regular hasta el milímetro nuestro obrar.

La libertad es un don y la sociedad debe velar por que nadie enmiende la plana a Dios y nos la quite o la merme sin necesidad. Y además, esos personajes, principalmente "ideólogos, sociólogos, filósofos y políticos" que pretenden construir el mundo de acuerdo con su limitada cabeza no dan la talla. Son, somos, como un insecto que mira la Torre Eifiel desde el aire al que ha sido arrebatado y piensa que es más alto y más fuerte que ella.

La limitación y su reconocimiento, es la clave del obrar político. Se podría llamar de otra manera: la "humildad", tanto ante la realidad humana como ante el mundo que nos rodea. No es su labor modificar el eje de la tierra como tampoco destrozar la estructura familiar y construir otro sistema "inventado" por su genialidad.

De hecho, las grandes normas morales, éticas y sociales, son indicadores, luces rojas, que señalan un límite que sobrepasado por nuestra libertad, violentaría la libertad o dignidad de las otras personas. Convivimos y tenemos que respetarnos, e -incluso- ayudarnos a vivir, pero no a imponer nuestras ideas con la violencia de la coacción de la ley, o de la coacción de la fuerza.

El "no matar" es un indicador en rojo que algunos, permisivos, lo ponen en ámbar para dejar que se pase la prohibición cuando es molesta una vida; o bien en verde para favorecer que "sectarios, odiadores, fundamentalistas" maten a los que tienen otra religión o modo de pensar. Occidente opta por el "ámbar", Oriente ha optado por el "verde", en especial contra los cristianos en países donde son minoría.

Hay tres peligros públicos en los gobernantes: la maldad, la estulticia y el afán de imponer una ideología. Por desgracia nos ha tocado, en España, muchos políticos que gozan de esos tres dones. Malos son porque fomentan el odio; tontos porque nos han arruinado, e impositivos ideológicos por toda su "reingeniería social" desde la Educación hasta la organización social y empresarial.

Aquí prácticamente acabo mi digresión, porque ¿si Dios nos hizo libres? ¿qué tiene de superior un presidente de Gobierno para imponernos una ideología que ya ni compran en rebajas navideñas?

Y si alguien me viniese con que la capacidad del hombre, intelectualmente, es asombrosa, le traslado que el hombre siempre trabaja con lo que le han dado: un mundo material para que lo cuide, y otros seres humanos para que los ame.

frid

lunes, diciembre 6

Democracia y cristianismo, de hostiles a aliados

Cuando surge una idea nueva cuesta asimilarla, más aún a los que están ya pacíficamente estabilizados, a los que han alcanzado una posición de privilegio y a los que han pasado a regir desde la autoridad moral a todo un pueblo.

Y, de pronto, surge en "nuevo régimen" con ideas maravillosas y de alcance inesperado: "todos los hombres son iguales y tienen la misma dignidad"; y se plantea ¿ese orden en el que vivimos, no nos cataloga y nos diferencia por el hecho del nacimiento? ¿eso es justo? Y ahí está la clave de la crisis violenta. El inmovilismo, como en la sociedad actual de castas, es injusto y su eliminación indujo violencia.


La Revolución Francesa se hizo contra la Iglesia, además de contra el Rey y la Nobleza. La Revolución Americana se hizo sólo contra Inglaterra y para mantener la libertad de las personas. Una causó graves daños a personas inocentes, la otra permitió vivir a los inocentes. Los cristianos perseguidos por la "Nueva religión de la Razón" pudieron huir a vivir su religión en la nueva América. Una revolución acogió y protegió a los damnificados de la otra.

Por eso, ya en sus raíces, la democracia americana no fue anticristiana; sin embargo la democracia europea vio como enemigos a los católicos. Y eso es obvio: los reyes, los nobles, los prelados eran católicos. Pero también era obvio que el pueblo ¡también lo era! y la revolución de unos arrebató sin piedad los bienes y la vida de los primeros y persiguió con violencia la fe de los sencillos. ¿Cómo iba a ver más allá de la sangre derramada, la Iglesia, a ese nuevo orden? Y, además, ese Orden sentó la base de la eliminación de los Estados Pontificios, la revolución contra un Soberano que era Papa, rey de cuerpos y almas.


El tiempo, la asimilación en la vida de esas nuevas realidades, la compulsa historia del Occidente Europeo, ha ido mostrando que la paz social está vinculada a esa clave de la revolución primera: "la igualdad en dignidad y posibilidades de todos los humanos"; sin embargo en América el progreso estaba ligado al trabajo; y en Europa más bien a la demagogia, al subsidio y a los nuevos líderes sociales. En América se fue pragmático, en Europa mesiánicos. Los frutos americanos: la primera potencia mundial; los europeos: revoluciones y las guerras mundiales.

Por eso no es de extrañar que a Juan Pablo II hablase del "bien" de la democracia vinculado a esa dignidad inalienable de la persona humana, a su posibilidad de participar en la organización social y en el gobierno de las naciones, y la mejor disposición de ese sistema para la generación de riqueza y bienestar. Sin embargo mostraba al tiempo la enfermedad que podría derivar de democracia en tiranía: "la supresión de Dios, de la transcendencia y la relativización de la verdad y del bien".

Y ciertamente una democracia en la que la ley puede definirlo todo, en la que la mayoría puede imponerse a la minoría, en la que la vida se relativiza y se protege o desprotege, en la que la familia no está en la base social, esa democracia enferma y se convierte en un sistema de "tiranía de la mayoría".

Hoy el orden de lo nuevo, de lo creativo, está en la democracia iluminada por esos principios tanto cristianos como profundamente humanos. Una Constitución que protege derechos básicos instaura a la persona por encima del Estado en lo referente a su dignidad. Una Constitución que limita al legislador y elabora los procedimientos de control es una institución que pone freno a la tiranía.

Y es por eso que democracia y cristianismo han pasado de hostiles a aliados; lo que pasa es que hoy controlan los sistemas democráticos personas e ideologías que los están derivando a sistemas totalitarios, eso sí a través de la imposición de la mayoría.

frid

domingo, diciembre 5

Aniversario de una Constitución puesta en crisis por el "progresismo"


Hoy celebramos un aniversario más de la Constitución Española, un magnífico texto lleno de consenso y capaz de fundamentar un orden jurídico lleno de paz, seguridad, libertad y progreso, pero que "dicen" está en crisis.


Y realmente el texto merece un 10 destacado, si bien su interpretación no ha seguido la pauta de su sinfonía. La crisis de interpretación tiene sus culpables. Y, por desgracia, se llaman "progresistas" o "mari-acomplejines", si bien el daño, lo que es el daño, lo han hecho esos "jueces" progresistas que han interpretado el texto contra sí mismo y nos han engañado a todos.


La Constitución protege la vida, si bien entra en conflicto cuando dos vidas se contraponen: la vida del niño no nacido y la de su madre. Y esa contraposición resuelta al caso con la prudencia debida y la generosidad de los padres, además del profundo avance técnico, se ha mudado por otra contraposición: la vida de uno: el no nacido; y "el vivir la vida" de otros: madre, padre y familiares que no quieren asumir la responsabilidad de haber llamado a la vida a un ser humano no deseado. Ahí está la principal quiebra constitucional: "no se respeta la vida del más indefenso de los ciudadanos de España y del más inocente de todos ellos"


Los jueces progresistas no se sienten vinculados al dictado de la Constitución. La "libertad les hace verdaderos" y no quieren ser regidos por lo que TODOS nos hemos impuesto. Así que ponen su criterio por encima de la recta interpretación de la Ley de Leyes y hablan de "nuevos tiempos". Su crisis provocada hace que yo me afirme más en la validez de esa norma. Si ellos no la encuentran cómoda es porque es buena. Es una ley que hace cooperar el Estado de las Autonomías en régimen de lealtad con el Gobierno central y ellos la han hecho violentarse contra sí misma al crear oposiciones entre las periferias y "Madrid". Han creado división donde había paz, han creado enemigos donde había miembros de la misma familia, han avanzado en el federalismo cuando nuestra Constitución da a las Autonomías más libertad incluso que a los "Landers" alemanes.


Y además, esta Ley de Leyes es respetuosa con la religión, reconoce el Catolicismo como la mayoritaria en España, reconoce también la libertad de educación y de pensamiento, el derecho a la educación para todos, la no discriminación por el sexo, ideas o religión. Y, sin embargo los progresistas la han prostituido para generar un nuevo conflicto: el Partido Socialista impone su modelo ideológico en las Escuelas Públicas, ataca la libertad en las escuelas religiosas y achaca como radical la educación diferenciada. Y sus "jueces" nombrados no por la imparcialidad sino por su afinidad al Poder, buscan definir un sistema "contra-constitucional" de imposición. La España de TODOS pasa a ser la España educada según los principios, para algunos principios corruptores, de la "ideología progresista".



Y la Constitución, fruto de la concordia de TODOS, pasa con la Ley de la "Memoria Histórica" a resquebrajarse por los odios inducidos desde la "progresía" revanchista. Se daña así la igualdad de las personas al buscar una nueva España donde se exaltan a personas que cometieron profundos crímenes contra la humanidad como las checas y los asesinatos de Paracuellos o los mártires de Barbastro y otras ciudades. Donde a los católicos se les mataba por su fe y ellos en la Constitución aprobaron un perdón universal, hoy se crean monumentos de odio para rememorar no "las otras víctimas" sino, en muchos casos, "los otros verdugos"


La Constitución es magnífica y sería Ley de Leyes si no la prostituísen los que han politizado los Consejos Superiores de Justicia, los progresistas, en su afán de controlar y prostituir también la Democracia para convertirla en su "cortijo" particular donde los demás nos sentamos como ciudadanos de segunda.


La Constitución nos ampara, pero a ella, pobrecita, no la amparan los "Políticos" que juraron o prometieron velar por ella.


frid

jueves, diciembre 2

El gran robo del feminismo

Mujeres solteras, con relaciones afectivas transitorias e inestables, con varios hijos a su cuenta eliminados por métodos anticonceptivos -eso si no fallaron-, con un trabajo absorvente, sin familia, eso sí "independientes" en su soledad, ásperas, tristes y frustradas. Ese puede ser el resumen del fruto del feminismo progresista.

Les vendieron que iban a ser auténticas, que se iban a realizar como mujeres. Les hablaron de igualdad y les enviaron, indefensas, al mundo indiferenciado antes ocupado mayoritariamente por el varón.

Les prometieron carreras meteóricas, acceso a los lugares de dirección y mando, paridades y más que paridades en la empresa y la administración pública, incluso en las formaciones políticas. Les dijeron que "ellas" gobernarían el mundo, pero les despojaron de su riqueza específica: denigraron su feminidad, su capacidad de entrega, de sacrificio, de cariño, de comprensión, de amar. Las hicieron hombrunas, frías, tiburones de finanzas. Y privaron a la sociedad de la pluralidad que enriquece. Y -además- la gran mayoría se quedó de "soldados rasos" pues siempre los generales son pocos. Por ser soldados dejaron de ser mujeres. Y les vendieron que debían de estar por eso orgullosas. Son los nuevos peones de la implantación de las "mesiánicas ideologías".



Y ¿qué sacrificaron ellas? ¿de qué se privó la sociedad progresista? Talaron el árbol fructífero de la familia, desalojaron hogares, eliminaron presencias de paz y acogida en los núcleos familiares y se inventaron asilos y jardines de infancia estatales. Se generó un sistema social hostil a la familia y a los hijos, con lo que se pusieron los cimientos de una sociedad muerta, fantasma, sin relevo, sin futuro. El hielo en el corazón fue sustituído por las luces de bengala de los pasajeros sentimientos.

La sociedad se ha estructurado en orden al individualismo, al "realizarse", a la exaltación del Yo, o mejor de la @ indefinida. La familia pierde hueco y, sin embargo, la solución no está en añorar tiempos pasados. Los cambios tecnológicos juegan a favor de la vuelta a la familia, basta sólo con quererlo.

La adecuación de la técnica, la reestructuración social, pueden hacer de nuevo compatibles "familia y trabajo", "hogar y modernidad", maternidad y paternidad con la realización personal contando con el otro y la estabilidad emocional y económica.

La solución, no el paraíso, pasa por el cambio de mentalidad integradora, en volver a ver como un valor social el "hogar estable", los papeles diferenciados de padres, hijos y abuelos, el valor insustituible de la maternidad y de la paternidad; lo que no obsta para ver el hogar como un proyecto compartido, ver la técnica como un elemento que facilita el trabajo en el hogar o la sede de trabajo virtual o el horario flexible cuando eso es posible. Nuevas soluciones integradoras que los políticos deben fomentar y la iniciativa empresarial hacerlas suyas.




El feminismo actual ha creado un enemigo de la mujer que es ella misma. El "machismo" son luces de bengala para llamar la atención. Los problemas de violencia doméstica no son los que configuran la mayoría de las realidades afectivas familiares, son la patología.

El mayor daño a la mujer es el "icono" generado por el feminismo: les vende el orgullo de ser ellas -o lo que quieran- y les clausura el baúl de su propio ser femenino. La uniformidad sociales como un revuelto de setas: las que salen perdiendo son las mejores en el sabor del conjunto. En este caso la seta más valiosa, la mujer, es la gran perdedora.

frid