lunes, julio 10

Reflexiones liberales.Posibles causas de las sublevaciones (I)

Posibles causas de las sublevaciones:
Ref. La Política de Aristóletes. Libro VI

Dice Aristóteles que, "en las democracias, las revoluciones se producen sobre todo por las insolencias de los demagogos, que más veces denuncian falsamente a individuos que tienen bienes, con lo que los llevan a aliarse (a reaccionar defendiéndose de esa manera) y otras irritan al pueblo contra ellos como clase (...). Antiguamente, cuando el demagogo era a la vez General, la democracia se transformaba en tiranía".

Claramente estamos en el imperio de los demagogos, que gobiernan a los bebedores de la “inteligentzia” de la Prensa Gubernamental y que piensan que viven en democracia, que son libres y variados cuando la uniformidad de su pensamiento y de sus prejuicios en manifiesta. Y, además, esos demagogos son los más sibilinos de todos; tienen toda una vida de experiencia de algarada estudiantil con más o menos éxito.


El remedio es claro: desenmascarar al mentiroso y hacer reflexionar al engañado.Pero esa tarea puede ser ardua. Sin embargo Aristóteles nos da un consuelo. Los malos demagogos de ahora no llegan a transformar la democracia en tiranía porque les falta categoría, dotes de mando. Es muy fácil deshacer. Es muy difícil construir.

Ejemplos de demagogia ya los tuvimos y no aprendemos. Los liberales radicales tuvieron que ceder ante el movimiento que provocaron con sus persecuciones, la agrupación de católicos, devolviendo la libertad a la Iglesia y a sus instituciones de enseñanza; posteriormente los radicales ya no liberales, sino marxistas, fracasaron con su intento de focalizar la atención contra la Iglesia. Estos últimos causaron muchas muertes (la mayor persecución religiosa de la Europa civilizada, con más sacerdotes y religiosos muertos que en la revolución bolchevique).


Ahora los radicales nihilistas, al mando de Zapatero, pretenden una tercera revolución contra la Iglesia. Sus discursos están cargados de soflamas incendiarias: un Papa homófobo, retrógrado, no acorde con los signos de los tiempos; una Iglesia inmovilista en sus posturas sobre el matrimonio, la educación, la familia, y el aborto; unos movimientos cristianos radicales por su fidelidad al Papa y a los Obispos; y una masa de católicos ignorantes a los que adoctrinar para ofrecerles su paraíso de libertinaje.

Las hordas de los demagogos esperaban que la reacción fuese de sublevación inmediata, violenta. No se esperaban que han puesto en marcha otra sublevación más peligrosa, la que ha despertado a las conciencias.

Frente a sus discursos huecos, llenos de medias verdades y repletos de conclusiones falsas, en una palabra, demagógicos, han puesto enfrente a toda la intelectualidad independiente. Porque los verdaderamente independientes saben que hoy serán los católicos los perseguidos, después serán los liberales, más adelante los que no se afilien al partido único, y después no se librará nadie del ataque de los demagogos liberticidas.

Si somos tolerantes ¿por qué no admitir y fomentar la diversidad positiva de la existencia de una mayoría católica en España? Al fin y al cabo ellos, los demagogos, ya tienen a los radicales gays para que les aplaudan, para que paseen como monos en bicicleta, para que –entre ellos- se arrejunten y procreen sus nuevas criaturas. Y que dejen a los demás seguir caminos diferentes.

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