jueves, abril 27

Los animales sagrados y los simios


Bien decía Chestertón que lo malo de un ateo no es que no crea... es que cree en cualquier cosa... y a los hechos me remito... cuando el gran Joaquín Araujo dijo sentirse uno más entre los Grandes Simios de la tierra.

Creo que este dislate puede tener, como objetivo el desviar la atención de la ciudadanía a una tontería para que no pensemos en las manipulaciones importantes que el grupo socialista está llevando a cabo desde el Congreso de los Diputados... como por ejemplo el cambio constitucional de tapadillo y sin la mayoría cualificada y referéndum posterior que la causa requiere.

Pero además, creo que lo que dicen lo dicen convencidos. Han ido progresando en el estudio de las religiones de la antigüedad, y se han topado que el animal tótem era una realidad en esas culturas naturalistas. Tenemos al escarabajo egipcio... ¿pero quien está dispuesto a conceder rango de persona, por ahora, al escarabajo... sobre todo al escarabajo pelotero?

Y los gatos, también en Egipto se veneraban... pero estos viven muy bien sin necesidad de medidas de elevación de su rango al de personas. Salvo las perrerías que les hacen los niños, cuando los pillan, poco más pueden pedir a la vida para vivir como reyes.

Las vacas, hoy por hoy son animales sagrados que es más que persona, visto el poco respeto que se tiene al niño antes de nacer o al anciano achacoso y molesto... aunque vista la Alianza de Civilizaciones, quizá debamos hacer una ley de sacralización de las vacas. ¿Por qué sólo hemos de aliarnos con los islamistas radicales, no podríamos hacerlo con los hinduistas, más pacíficos?

Otros animales sagrados ha habido en el universo mundo... y, en ese avance evolutivo, hoy el tótem de la religión laica del socialismo es el Gran Simio... antes imagen de la locura, hoy de la persona ideal... en definitiva... el hijo que todos desearíamos tener. No se queja, no piensa, a todo dice que gu y el Estado subvenciona el Programa: "ponga un simio en su vida".

Más no se puede pedir a la vida. Sin Dios pero con simios... con muchos simios.

Federico R. de Rivera

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