Ayer seguí con ilusión las elecciones catalanas, era el tercer gran fracaso del "progresismo de Rodríguez Zapatero" y un primer gran respiro de las personas que amamos la libertad, si bien moderado porque dependerá de la política que haga CiU en Cataluña con su repercusión en la política de toda España.
Tengo muchos amigos catalanes, votantes de CiU, otros votantes del PP, de esos últimos alguno colabora en nuestro digital Aragón Liberal; y creo que todos han respirado con cierta tranquilidad. El sectarismo anticristiano, verdadero programa político del iluminado presidente Montilla y de su jefe de filas Rodríguez Zapatero, ha caído en picado y ha descalabrado a sus socios más radicales, ERC que ha pasado de 21 a 10 diputados, y a tener 218.046 votos, casi 170.000 menos que el PP que con 384.019 votos y 18 escaños se ha convertido en la tercera fuerza política catalana y puede permitir un gobierno sin sobresaltos, sin necesidad de fomentar la radicalidad y el victimismo en CiU.
El reto de CiU es gobernar en vez de jugar a la demagogia; el reto del PP es ser muy catalán y muy español, mostrando que el bilingüismo y la cultura catalana es algo integrado e integrable en la compleja y rica cultura española.
Rodríguez Zapatero llegó al gobierno poniéndose más a la izquierda que nadie, arrampló con el voto de IU y de los comunistas, les ofreció cargos claves en sus sistema e ideologizó la política española.
Rodríguez Zapatero desenterró muertos y odios, inculcó contra toda demanda un laicismo agresivo y anticristiano, se hizo enemigo de la vida humana naciente por fomentar el negocio del aborto, se hizo hostil a la familia por romper con los vínculos que transmiten tradición y valores.
Ese mensaje le valió el primer revolcón electoral en Galicia. Ahí no necesitaron dos legislaturas de radicalismo social para echar al bipartito a la calle. La gente quiere paz, no guerra; trabajo, no cantos de sirena; honradez y credibilidad política y no despilfarro institucional.
Pero vino una crisis anunciada y Rodríguez Zapatero más leal a su ideología radical que al bienestar de los españoles, confió que nos salvaran otros, que la coyuntura mundial le permitiera su política de despilfarro. Y cayó su economía, cayó su credibilidad en Europa, en España y en su partido. Y un signo fue el gran revolcón madrileño. Tomás Gómez se impuso a la oficialista Trinidad Giménez, cuyo fracaso fue pagado, igual que el de Sebastián, con un ministerio.
Este domingo las urnas volvieron a cantar una canción de serenidad, de "basta ya" de demagogia barata. Zapatero, días antes ofrecía una vez más ante la crisis, la "muerte fácil", Rubalcaba comenzaba a intoxicar la opinión con la "muerte digna", o mejor dicho, la mayor facilidad para quitarse de en medio a los ancianos y enfermos contra todo avance técnico en la eliminación del dolor.
Y esta vez el tripartito encontró que a sus pies de barro los votantes lanzaron sus bolas de papel de voto y lo echaron por tierra. Hoy Artur Mas responde ante la Historia: o seguir la linea de desencuentros o fomentar la verdadera política: trabajo, unidad, credibilidad, gobierno para todos.
El Pacto de Tinell se volvió, una vez aislado el PP, contra CiU en Cataluña. Mas ha probado en sus carnes el decreto de "no existencia" que el socialismo radical lanzó contra los españoles con raíces cristianas. Espero que vea que los catalanes votantes del PP ¡son catalanes! y tienen sus mismas raíces, pero son algo más abiertos, más liberales, más integradores.
La España para todos comienza con la Cataluña para todos. Eso esperamos.
frid
2 comentarios:
¿Cataluña para todos? Con Mas no, ya lo verás.
Es peor que Montilla, mucho peor. Ya le llaman "el rey Artur", pues así se siente y así lo ven sus seguidores.
Un "rey" catalán, por supuesto, España le molesta, se siente superior.
Montilla mangoneaba en Cataluña, imponiendo su ley, pero no pensaba cortar el hilo con España; sus pocas declaraciones sobre el Estatut iban encaminadas a conseguir votos independentistas, a enredar.
Pero Mas, después de haberse pasado tantos años esperando este día, está eufórico y exultante, borracho de poder. Y lo usará si le dejan...
Por eso, por lo que dices, pido lo que parece imposible: "una Cataluña para todos", y reclamo de las fuerzas nacionales y catalanas a la vez que vendan y reclamen lo mismo.
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