Sobre el consenso: Llega el momento en el que el consenso se debe redefinir. Rodríguez Zapatero ha construido todos estos años contra la realidad española post-franquismo. Se pactó una Constitución de consenso. Todos dejaron pelos en la gatera pero "entraron" hacia una nueva realidad, la de todos los españoles. Era bonito, "aunque no fuese del todo verdad", oir a nuestros políticos hablar de que gobernaban "para todos los españoles".
Eso, tenía sus fallos, tenía una voz discordante, el revisionismo histórico del PNV que pedía que se reconociese una realidad histórica que "nunca existió". Un día se despertaron con el "sentimiento de lo vasco" y quisieron hacer una nación independiente. Con ese sentimiento empezaron a construir "matando" desde ETA, brazo militar de Batasuna, con el silencio "culpable" de los peneuvistas que ahora piden perdón, porque realmente "deben reconocer que la andadura de ETA no hubiese sido posible si ellos hubiesen estado firmes negando legitimidad a todo acto de violencia. En su visión deformada identificaron, como dice Fernando Inigo, franquismo y democracia.
Y ahí viene el problema, esa mentira es la misma que sostiene Rodríguez Zapatero. Y en tres años que parecen una eternidad, intoxicó con su "ley de memoria histórica", con la "revisión de los juicios del franquismo" con su "pacto de Tinell de todos contra el PP", con la "resurrección de las dos españas", con "los agrabios", con el "pacto con los criminales"... y así, "crispando España" dice que aquellos que han sido agredidos crispan porque se defienden. Porque memoria histórica tiene dos sentidos, porque la república se manchó también con sus crímenes, porque el agravio lo hace el que te ignora, porque la víctima de los criminales de ETA merece un lugar donde exponer su defensa.
Y los pobres partidos pequeños se encuentran descolocados. Por sobrevivir "callan" ante tanta mentira socialista. Por sobrevivir piensan que "hay que estar con el duro", que ese "ni perdona ni olvida", que "es un resentido" y hay que tratarle bien, no decirle las verdades y permanecer en la foto con el "crispador" de Zapatero.
Y ahora, en las elecciones en las que tienen algo que proponer, singular y exclusivo, con la riqueza propia de los "partidos caseros", ¿hablan para condenar a los batasunos, hablan para confirmar que están con las víctimas, hablan para estar en oposición a la disgregación de España que lleva descaradamente en el programa la actual cúpula socialista, hablan para acusar a los corruptos y pedir investigaciones por si el "psiquiátrico conectase con Ibiza?
En nuestro mar de dudas notamos que alguien rompió el jarrón, el jarrón era de todos, anda echo añicos. El PSOE propone que se repartan los trozos, incluso aunque eso signifique dejar el país vasco en manos de grupos pro ETA y con una Cataluña cada vez menos española. El PP propone rehacer el jarrón (aunque se noten sus grietas). ¿Qué proponen los otros?
Para reconstruir ese jarrón, antes llamado España, necesitaremos que todos trabajen para bajar el tono de la crispación, volver a hablar de "solidaridad", de "generosidad", de "perdón", de "recuperar el espíritu de la transición y del consenso". Es claro que sólo lo lograremos si los socialistas echan de la manzana al gusano zapateril que la corroe por dentro.
Por el bien de España, necesitamos con urgencia otro PSOE, un PSOE sin Zapatero, pero hasta que no se logre, lo razonable es inclinarse por los populares dejándoles claro que queremos que ellos, luego, sean generosos, recuperen el consenso y hagan de verdad la "limpieza de la corrupción y la recuperación de la credibilidad de las instituciones públicas", en concreto las de las fiscalías.
auvert
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