DON FERNANDO DE LOS RÍOS y Alhedín. Un barbudo desbarbado.
Vimos en el periódico, en su día, la inauguración del monumento que le habían hecho a Don Fernando de los Ríos, a la que asistió Su Alteza Real, el Príncipe Don Felipe, nuestro Presidente de la "REGIÓN" Andaluza, el Señor Chaves y nuestro Señor Alcalde, supongo que obligado.
El monumento está en la rotonda que hay frente al "dado" de LA GENERAL, en la antigua carretera de Armilla y Alhendín en Granada.
Hasta ayer, no me había dado cuenta, porque está lejos de la acera, de que en el monumento el anticlerical Don Fernando de los Ríos, ¡TIENE BARBA!
Don Fernando de los Ríos dio un mitin durante la II República en Alhendín y propuso, antes los ciudadanos del pueblo concentrados, que los "rayos" de plata del trono de la extraordinaria imagen de la Inmaculada que se venera en Alhedín, obra de MENA, le fueran arrancados y repartidos entre los ciudadanos del pueblo. En ese momento un anciano gritó "¡Lo que tú quieres es quedarte con ellos!". Se armó un gran revuelo lo cogieron y le afeitaron la barba a Don Fernando de los Ríos, antes de invitarle a marcharse del Pueblo.
Por ese motivo la escultura de Don Fernando debía de estar sin barba., y mejor aun, a mi parecer sería que no estuviera.
Don Fernando de los Ríos fue profesor en la Escuela Normal de Magisterio de Granada, cuando mi madre (q.e.p.d.) estudiaba para maestra. Me contaba mi madre que Don Fernando era un furibundo seguidor de la pedagogía de J. J. Rouseau, afirmando la pedagogía ideal era del niño salvaje en una isla, sin intervención de ningún educador. La conclusión fue que los dos hijos de Rouseau terminaron en la cárcel. Me acordé de Don Fernando de los Ríos y de Rouseau, cuando en 1971 hice el Curso de Capacitación Pedagógica en la Universidad de Barcelona. Hubo temas muy interesantes, pero cuando el Profesor de Pedagogía definió los nuevas reglas de orientación pedagógica que se iban a imponer, afirmando que "Todo niño reprendido se convertirá en un niño reprimido" por lo que no era conveniente reprender de ningún modo a los niños en la clase, sino que ellos han que definir lo que estaba bien o mal. Yo pedí la palabra y le dije: "El maestro que siga esa norma pienso que está engañando al niño; porque todo lo que vale la pena requiere un esfuerzo. Para tocar la guitarra o el piano se necesitan muchas horas de práctica y de estudio, y para ser ciclista, para jugar al balón bien, o para todo oficio y profesión es necesario ilusión, esfuerzo y estudio. No se puede hacer lo que le viene a uno en gana, sino que hay que aceptar una norma de conducta exterior a uno mismo, hay que conocer las normas de urbanidad y las leyes del Estado, acatarlas y cumplirlas y saber que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. Lo que le apetece a uno muchas veces no es lo más conveniente, porque puede apetecerle pisarle el cuello al compañero, o quedarse tomando el sol en vez de ir a clase. Casi todos los profesores que estaban haciendo el CAP conmigo levantaron la mano para adherirse a mi observación. A pesar de todo de nada ha servido. Esa ha sido la orientación tomada por el PSOE.
He visto decepcionado que a Don Fernando de los Ríos no le habían afeitado las barbas, pues todas las normas de pedagogía de J. J. Rouseau y de Don Fernando de los Ríos son las que se estaban aplicando en el Ministerio de Educación del PSOE, aplaudidas por el Señor Chaves y sufridas por los maestros y profesores. Basta ver la cantidad de educadores que hay de baja por depresión, o por agresiones físicas de los alumnos y el pésimo nivel de la enseñanza con que llegan y con el que van a llegar los alumnos a la Universidad.
Veremos cuando y quien se atreve a afeitar las barbas a Don Fernando.
Miguel Vargas Muñoz
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