Fernando Puras, ¿el traidor necesario?
Fernando Puras, como Pasqual Maragall, tiene un cometido de altura para la política de rendición de Rodríguez Zapatero: abrir bien el melón de Navarra para que lo devoren los foráneos.
Puras podría llamarse PP
La fortaleza de pensamiento no debe ser una de las virtudes de Fernando Puras, candidato socialista a presidir Navarra, si tomáramos sus premisas para ser presidente. Donde dijo que no sería presidente si fuera la tercera fuerza más votada, ahora dice diego porque quiere ser presidente ya que se considera la segunda, porque según él la segunda (Na-BAI) es en realidad un conglomerado de partidos. Cierto que lo es, hasta que cumpla su objetivo anexionista. Euskera y normalización lingüística, ya se sabe. En esto de los anexionismos históricos fue el hermano de Napoleón su valido en España, que hispanizado su nombre José, llegó a ser apodado injustamente Pepe Botella a pesar de que la historia no lo describió como alcohólico. Inmersión, inmersión la del pueblo natal de Patxi Zabaleta, Leitza. Parece ser que el pueblo tenía alcalde de su partido Aralar, y el propio Francisco -en castellano- Zabaleta (rodapié de las terrazas) pidió que se votara a ANV con lo que los batasunos han obtenido mayoría absoluta de 6 concejales. Cuánto tiempo desde el abuelo Patxi y los cafés a ochenta céntimos. Conocido es que en batasunés Fernado -veáse Barrena- es Pernando, por lo que Navarra podría tener transitoriamente un presidente PP -Pernando Puras-. Le da algo a su mentor Zapatero. Puras podría participar en las mesas de partidos -ya son todos- y los nuevos estatutos. La historia se repite como en Cataluña en la que otro hombre con P, Pasqual Maragall, fue protagonista. Fue, porque ya cumplió su objetivo. Y el berrinche de Zapatero, como la cuarta de la Constitución, también transitorio.
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