El abrazo de la osa
Parece ser que el Ayuntamiento de Madrid cuyo alcalde es Gallardón, portada de Zero, financia con 100.000 euros la semana del orgullo gay europride. No cabría nada que objetar dentro del pluralismo sociológico.
Pero lo que ocurre es que no es así, y las subvenciones públicas además de transparencia deben requerir los requisitos de legalidad y respeto constitucional. Cosa que no ocurre -irónicamente para variar- al ser uniforme de batalla favorito los hábitos eclesiales y la ridiculización de la Iglesia, como se demostró el año pasado en el desfile similar previsto para este sábado.
"Queremos que el oso o la osa abrace a Ratzinguer" es la bonita frase de inauguración de esta semana subvencionada, a la que las que fiscalía y delegación del gobierno no pondrán cortapisas a las actitudes vociferantes o el incumplimiento de la ley de ruidos. De hecho las denuncias pasadas por los ataques a la Iglesia del año anterior están en el baúl de los recuerdos de la fiscalía de Conde Pumpido.
Mientras los lobbys luchan por penalizar la no aceptación de la homosexualidad, algunos colectivos de estos campan a sus anchas en la cristianofobia. Lo dice la Constitución sobre el respeto a la libertad religiosa, de más sería que las subvenciones y contratos públicos no sólo lo respetaran, sino que lo contemplaran en sus contractuales letras.
Es el abrazo de la osa -la que en este caso está con el madroño- de lo políticamente correcto a los millones de católicos, subvencionado también con el dinero de sus impuestos.
Pero lo que ocurre es que no es así, y las subvenciones públicas además de transparencia deben requerir los requisitos de legalidad y respeto constitucional. Cosa que no ocurre -irónicamente para variar- al ser uniforme de batalla favorito los hábitos eclesiales y la ridiculización de la Iglesia, como se demostró el año pasado en el desfile similar previsto para este sábado.
"Queremos que el oso o la osa abrace a Ratzinguer" es la bonita frase de inauguración de esta semana subvencionada, a la que las que fiscalía y delegación del gobierno no pondrán cortapisas a las actitudes vociferantes o el incumplimiento de la ley de ruidos. De hecho las denuncias pasadas por los ataques a la Iglesia del año anterior están en el baúl de los recuerdos de la fiscalía de Conde Pumpido.
Mientras los lobbys luchan por penalizar la no aceptación de la homosexualidad, algunos colectivos de estos campan a sus anchas en la cristianofobia. Lo dice la Constitución sobre el respeto a la libertad religiosa, de más sería que las subvenciones y contratos públicos no sólo lo respetaran, sino que lo contemplaran en sus contractuales letras.
Es el abrazo de la osa -la que en este caso está con el madroño- de lo políticamente correcto a los millones de católicos, subvencionado también con el dinero de sus impuestos.
José Carlos Navarro Muñoz.
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