jueves, mayo 6
Europa: desafección política o más bien desafección de los políticos
Juan Manuel Burgos, presidente de la Sociedad Española de personalismo, escribe un artículo muy interesante en Aceprensa sobre la "era del desencanto" en la política, en él sostiene que el desencanto no es tanto del sistema político como de los políticos que nos representan.
Parece una pacífica posesión el que "la democracia es el mejor de los sistemas posibles", y eso hace pensar que o el sistema todavía podría mejorarse profundizando en la democracia, o bien fallan los jinetes, los políticos.
Si hacemos caso a la encuesta del CIS de febrero de 2010, los políticos son el "tercer problema" para los españoles por debajo del paro y la economía y ¡por encima del terrorismo! Es evidente que hay varias razones poderosas para que eso sea así: la corrupción manifiesta, la falta de cualificación profesional de la clase dirigente, y el sectarismo que conduce al enfrentamiento, un sectarismo que está implantado en los dirigentes socialistas y que impide un razonable diálogo con la oposición para resolver los problemas de interés general para los españoles.
El artículo de J.M. Burgos muestra que la desafección con el sistema es mayor en las democracias más jóvenes, mientras que en las consolidadas hay confianza de revitalizar la vida política.
Las consultas populares respecto a los Estatutos de Autonomía mostraron esa realidad del desencanto. Un avance hacia algo que los ciudadanos no captaban como prioritario, una exaltación de las diferencias por vía política y real decreto que se aprobaron con participaciones de vergüenza. Y esa vergüenza es ya clamorosa en los referéndum populares por la independencia en Cataluña.
En otro orden de cosas, multitudinarias manifestaciones en temas clave como la familia, la vida, la libertad de enseñanza, lo que mostraba una sociedad viva y plural, han sido ninguneadas por el gobierno de Rodríguez Zapatero. La ideología se impone sobre la voluntad popular, el modelo único asfixia la pluralidad y deja a la mitad de los ciudadanos sometidos al sistema ideológico de "quizá" la mitad más uno, o de menos de la mitad, pues partidos que defienden valores se han replegado renunciando a ellos para aceptar otras prebendas que van más encaminadas a sus propios dirigentes que a los ciudadanos que dicen representar.
Hay desencanto porque hay impotencia, porque los "pacíficos" son ninguneados por los ideólogos y despreciados en todo tipo de iniciativas.
Nadie duda del sistema, pero para evitar ese desencanto es preciso profundizar en la democracia mejorando los sistemas de representatividad y reservando y tutelando más los ámbitos de libertad.
Si queremos una democracia para todos, tiene que no ser impositiva de ideologías.
Si queremos salvar el prestigio de los políticos habrá que facilitar la singularidad de la elección (¿circunscripciones?), revisar los sistemas de financiación y separar el voto del sentimiento. No son equipos de fútbol, que son partidos con aciertos o fallos que deberían gobernar hacia una sociedad plural sin modelos impositivos.
frid
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