Culturalmente siento rechazo a la imposición de la fe, por eso, ante la persecución que sufren los cristianos en tierra dominada por el Islam, a veces no soy objetivo en mis apreciaciones. Por eso casi inconscientemente me he puesto a favor de ese colegio de Pozuelo de Alcorcón que veta el velo a una adolescente musulmana, a Najwa de 16 años y de origen marroquí.
Pero no tengo razón, y para eso me ha bastado leer el artículo de María Elósegui titulado "El velo y la mochila" que escribe en Aceprensa. Y es claro que el velo no se puede comparar a una gorra o cualquier otra cosa que cubra la cabeza: es un signo de identidad que ella lleva por alguna razón y lo importante es saber cual es esa razón.
Nuestra Constitución protege, mal que les pese a algunos, el que los ciudadanos manifiesten su pluralidad religiosa y cultural, mientras esa pluralidad no colisione con ella. Por eso el crucifijo, el velo, y cualquier otro símbolo cultural son legítimos y no parece razonable que un reglamento interno de un centro de enseñanza los prohiba.
Aquí vuelvo a sentirme molesto ya que, por una parte nuestros poderes públicos son hostiles a las manifestaciones de los católicos, que somos la mayoría en España, y son hipersensibles en las manifestaciones de otras religiones. Y clamo por un equilibrado respeto a todos. Y, de verdad, a la vuelta de los crucifijos de las aulas de las que los han exiliado si los alumnos así lo desean: es su símbolo de identidad. Pero eso no tiene nada que ver con el abuso que supone negar el velo. Un abuso institucional no se corrige con otro.
Cuenta Elósegui que sólo en Francia se prohibe el velo, en los demás países sólo se prohibe en algunas clases como la de educación física y las impartidas en el laboratorio.
La clave del velo está en las razones para llevarlo: si hay coacción cultural, si hay insultos en la calle, si hay rechazo social... el velo es la aceptación de una sumisión que debería impedirse; habría una violencia que corregir pero no en la portadora del velo sino en su entorno por intransigente.
Si el velo es manifestación cultural libremente vivida en la familia, si es muestra de identidad religiosa en un régimen de libertad, si es una protección de la feminidad, no parece razonable que el Estado o el Centro Educativo se imponga sobre la voluntad de los padres.
Cuenta Elósegui que el problema principal es el facilitar el acceso a la educación a la mujer musulmana, y probablemente ella adquirirá más autonomía y libertad. En otro orden de cosas es interesante la valoración que Vittorio Messori hace de la cultura islámica en la que la "interpretación" es sencillamente asumir las palabras de Mahoma que les interesa a los fundamentalistas.
De todos modos, Occidente, vaciado de los valores cristianos, puede temblar ante el Islam, a no ser que derive en un Occidente que vacía de todo valor a cualquier religión o creencia. Cristianos que no creen en la realidad histórica de Cristo pueden pasar a musulmanes que no creen en la realidad histórica de Mahoma.
Es importante defender con fuerza la libertad, la libertad de los cristianos de vivir nuestro hecho cultural, exigir el amparo que la Constitución nos da, asociarnos en los Colegios Públicos para impedir la manipulación anticristiana de una minoría acomplejada, pero al tiempo hemos de estar abiertos al plural hecho cultural, exigiendo para todos el mismo trato.
frid
miércoles, abril 28
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