lunes, febrero 11

Sede vacante anunciada

Esta mañana nos hemos enterado de la intención de Benedicto XVI de renunciar al pontificado, justamente a finales del mes, el 28 de febrero. Ha decidido por el bien de la Iglesia pasar el relevo a otro Papa, más joven, pero que tendrá que ser santo, capaz, prudente y fuerte.




Desde ese día, volverá a ser el Cardenal Ratzinguer, ex-Papa, Pedro pasará su sucesión a Pedro, algo hasta ahora no habitual, pero no extraño.



El mundo contemporáneo va muy deprisa. Los nuevos tiempos requieren agilidad y eso es propio de la juventud y de la madurez. También necesitan santos, jóvenes, maduros y viejos, que recen y hablen de Dios. Probablemente Benedicto XVI pase al equipo de los rezadores. Será como un Ángel bueno intercediendo por sus “hijos”, pues seremos para siempre hijos suyos.



Sin embargo nos deja una tarea a partir de hoy: rezar por el que le venga a sustituir y por la Iglesia en estos tiempos nuevos, quizá más nuevos de lo que algunos pensamos. Tiempos de globalización nunca soñada, de acceso a la información, que no a la formación, impresionantes; pero también tiempos en los que la vida humana es manipulada de modo increíble desde el estado embrionario.



Ciertamente necesitamos un guía moral fuerte también físicamente, pero aunque no lo fuera ¿no ha de contar con la gracia que arropó a Pedro en su momento de debilidad? Sea el que sea, tendrá el brazo de Cristo que le levantará en las aguas procelosas del siglo XXI. Y, espero, muchos estaremos ya con él para lo que sea necesario, eso sí, con la ayuda de Dios y de su Madre, no vaya a ser que alguno piense que superman existe.



Federico Rodríguez de Rivera

domingo, febrero 3

La buena educación de un expolio

Me sorprendió que Artur Más resaltase que fue muy educado en la recepción con el Rey, en un acto en el que le iba a exponer su proyecto soberanista.

Últimamente, secuela del zapaterismo, todos los que nos quieren quitar algo (robar), o nos quieren imponer sus ideas (intolerantes),... son muy educados. Las formas son importantes. No levantar la voz al decir, que ya no gritar: “ésto es un atraco”; probablemente para mantener dormidos a todos los españoles.

No sé qué cara puso el Rey, seria según parece; pero tampoco entro en lo que pensaría. Es como si un señor le dijese al dueño de una casa que a partir de mañana, por sus narices, tabica la entrada en una habitación y abre una puerta en la escalera, que le birla una parte de su territorio. Eso sí, con buena educación, y diciendo que está en el ejercicio legítimo pues le amparan “buenos sentimientos”.

La secesión catalana supondría no sólo una escisión de una tierra que es de “todos” los españoles, supondría que en muchos casos uno se hubiese casado sin saberlo con un extranjero; que los zaragozanos habrían adquirido fincas en un país vecino, que tenemos varios extranjeros trabajando en los entes públicos de nuestra nación, que las infraestructuras de interés general, hechas con el dinero de todos los españoles, serían bloqueadas  y nos aislarían del resto de la Unión Europea unos piratas.

Es claro que la buena educación no es sólo “no gritar”, sino comportarse de un modo justo y solidario, lo que falta en esos nacionalistas excluyentes, con una insolidaridad que clama a viva voz por sus propios hechos. Es claro que hoy en Cataluña los sentimientos azuzados atentan contra la razón y el sentido de justicia y producen gritos de lamento en los españoles injustamente despojados.

Y, también es claro que recuperar la confianza en los políticos catalanes va a costar muchísimo esfuerzo, pues si bien la trama de corrupción les toca, y parece que tienen prisa de eludir la justicia declarándose independientes; no sólo parece que algunos han echado mano de la saca común, sino que no tienen reparos en echar mano también del patrimonio común de todos los españoles.

Espero sensatez y sentido de la justicia, puesto que la educación no está sólo en no gritar sino en actuar justa y solidariamente.

Federico Rodríguez de Rivera