miércoles, julio 31

El miedo a la verdad

Citando a Luisa Fernanda Rudi en algo que no es política sino reflexión asiento cuando afirma que el problema de la sociedad actual es el relativismo.
 
Y es que la sociedad actual tiene miedo a todo lo que es claro y manifiesto. teme a la verdad y  piensa que es un ogro que se impone con violencia. Hoy en día la verdad ha sido encarcelada acusada de totalitarismo e intransigencia.
 
Por otra parte la presión social es fortísima contra todos los que tienen alguna idea clara y distinta, contra todos los que defienden con seguridad aquellas conductas y principios derivados de la naturaleza propia del hombre como son su realidad diferenciada, el valor sagrado de toda vida humana y la monogamia como actitud más acorde a la dignidad del hombre y de la mujer.
 
Es el relativismo el que se ha hecho fuerte y ha desembocado en una tiranía social agobiante. Y, como el Papa Francisco afirma, donde hay "lobbys" organizados se suele violentar la libertad. Los intereses de grupo presionando para transformar la sociedad al tiempo que afirman que nada es verdad o mentira, todo puede alterarse, la naturaleza humana es un mero "fieri". Y, sin embargo, sus propuestas que chirrían contra el sentido común, deben de ser no sólo respetadas sino impuestas.
 
La verdad no es un monstruo, es el fruto del estudio y del conocimiento. Es la luz que llega como resultado de la búsqueda. En la ciencia es el hallazgo, en la investigación es el éxito, en las ciencias médicas es la ocasión de imponer el tratamiento correcto. Y, en los aspectos antropológicos su encuentro lleva a la paz y al recto orden social.
 
Por otra parte la verdad no se impone, sino que se presenta. No es plena sin un asentimiento libre. La voluntad queda cautivada y enamorada de la verdad. No da miedo al que piensa porque es el fruto exitoso de sus esfuerzos. Con ella profundizamos en las leyes de la naturaleza y podemos utilizarla sin destruirla. Y, también, profundizamos en lo que es realmente el hombre y organizamos el recto orden social fomentando lo que le hace bien.
 
Sólo el soberbio, el que quiere ser creador que no criatura, ese niega la verdad porque se recibe y supone el esfuerzo y la humildad de buscarla. También el acomodaticio la niega, como Pilatos, porque le exige obrar según razón, según unos principios, porque le dice que "no todo vale".
 
En definitiva, sólo deberían tener miedo a la verdad aquellos que han claudicado con la mentira.
 
Federico R. de Rivera

lunes, julio 29

Un Marcelino de Marte

Es curioso, cuando casi toda España ve con preocupación el hecho soberanista de los políticos catalanes, escuchar a un político aragonés exaltando el catalanismo en Aragón.
Hay una virtud, la prudencia, que lleva a veces a obrar con energía, pero que otras lleva a callar, antes de meter la pata como aquella belleza que asistió a un baile de ciudad y tenía orden de su madre de no decir ni pío para que no se notase su simplicidad.
Marcelino Iglesias habló y creo que ha demostrado dos cosas: que vive en Marte y no capta los problemas que los españoles tenemos en este tiempo y que quizá sus intereses sean muy simples y al tiempo peligrosos.
Si España debe salir de la crisis lo debe hacer unida. Los soberanismos de los políticos catalanistas derivados de inventar siglos de agravios donde no había ya espíritu emprendedor sino sólo el espejito donde verse las pupas, no ayudan, más bien lastran nuestra economía.
La ley de lenguas en Aragón intenta afirmar el hecho diferencial del territorio y, al tiempo, no entregar nuestra cultura a los soberanismos descentrados.
Pero hay otra pregunta en el aire que tiene respuesta evidente ¿Qué intereses tiene Marcelino Iglesias al defender la cooficialidad de la lengua catalana?
Y, sin embargo, en otras muchas cosas ese ex-presidente aragonés, quizá por tener de socio al PAR en su legislatura no fue un jacobino a lo Zapatero aunque contó con el dudoso orgullo de ser uno de sus delfines de confianza
Federico R. de Rivera

viernes, julio 5

Socialismo estructurante


Hoy en día, con la caída del Comunismo parece que el marxismo ha desaparecido y que nos hemos librado de una filosofía y un sistema nefastos para la humanidad. Sus frutos en busca de un paraíso terrenal se cuentan en millones de seres humanos sacrificados.

Sin embargo, si uno comprueba cómo hemos ido estructurando la sociedad, puede sospechar que las cosas no son tan sencillas, que hay elementos que, por ósmosis, han entrado en el pensamiento contemporáneo e invaden nuestras instituciones, aunque de un modo sutil y formando el "pensamiento correcto" del que discrepar cada vez es más difícil.

Y es que el método cambia, pero la finalidad: "la felicidad en esta tierra" de una "nueva humanidad" sigue con toda la contradicción que esos términos tienen, pues es un buen slogan para un fin imposible.

Los métodos socialistas y comunistas eran prácticamente iguales al escindirse las dos internacionales, eran dos clubes que jugaban a lo mismo y con las mismas reglas. Su rabiosa revolución se hizo notar donde actuaron y, en España, su acción no fue nada ejemplar. Basta ver la cantidad de muertos por motivos religiosos. La fe era un riesgo para la vida.

Posteriormente democracia y "democracia orgánica" se separaron. Y los métodos socialistas eran democráticos en el acceso al poder, a veces ayudados un poco por algaradas, su visión del hecho religioso era más parecida a la de la masonería: "puedes pensar y creer lo que quieras siempre que te lo guardes para ti".

Hoy es todavía diferente: aparentemente no hay ideología en el socialismo. Y muchos de sus presupuestos mayoritarios son asumidos y defendidos por gentes o partidos conservadores. La libertad de decidir se ha convertido en la razón de Estado y, curiosamente, eso podría hacer pensar que hay más libertad que nunca y que el socialismo ha cedido el paso al liberalismo.

Pero eso tampoco es así. La decisión sobre la que nos dan libertad va encaminada al placer, al sentir, y no para todos. Los no nacidos no tienen derechos.

Esa libertad ¿es liberalismo?, pienso que es "libertarismo", "anarquía con el cuerpo", pero que después se golpea contra otros derechos a decidir que se nos están negando: la educación, la sanidad privada, la elección de un matrimonio indisoluble, etc. El igualitarismo no acepta una educación diferenciada, ni una elección en la enseñanza libre con los mismos derechos de todos y a los mismos costes.

La "defensa de lo público" de hoy no es mas que la imposición social de los frutos del más puro socialismo. Enseñanza desde el Estado, Sanidad y solidaridad paternalista desde lo público. Por eso la batalla por el nuevo orden socialista no es virulenta. Basta seguir esa corriente de pensamiento correcto: lo público es del Estado, y el Estado es del Partido. La ideología la imparte el Estado y es la ideología de ese partido.

Y eso ¿tiene algo que ver con el paraíso en la tierra? Si se inculca la salud como bien último y el bienestar igualitario al margen de los méritos, tendremos los ciudadanos clónicos y saludables, que cuando pierden la salud o no pueden decidir sobre ella son eliminados: aborto y eutanasia. El mundo es "feliz" a la fuerza. Y la religión al "despertar" el sentido de culpa y de pecado va contra los tiempos. Y al juzgar moralmente la elección en materia sexual también está violentando el "derecho de decidir".

De todos modos, los que son más felices no son los que aspiran a ese paraíso terreno sino los que, entregados al bien común y a los ciudadanos con los que conviven, buscan ganarse una plaza en la "felicidad eterna"

Tardaremos un tiempo, pero habrá que corregir el socialismo estructural en aras de proteger la libertad más radical: la de pensar, la de formarse, la de constituir una familia, la de educar a nuestros hijos con nuestros propios valores, la de los niños no nacidos, la del valor de toda vida sea de un ser saludable como la de un enfermo.

Federico Rodríguez de Rivera