El hombre está continuamente construyéndose, a veces elige en su fábrica materiales inapropiados, otras veces prótesis, las más máquinas e instrumentos que le permiten poner en valor su actividad intelectual. Pero esa construcción es cíclica: una generación comienza donde acabó la anterior, pero no siempre avanza hacia las cimas, muchas veces se precipita a los abismos.
Europa nació desde el pensamiento de tres grandes estadistas cristianos: Shuman, De Gásperi y Adenauer. Tenían como referente el horror de la Segunda Guerra Mundial y los crímenes contra natura de los nazis. Se creó en la base de los derechos humanos y de la cooperación entre las naciones.
Ese edificio de modo natural tiende a una unión no sólo económica sino política y, en nuestros sueños, vemos a todos los pueblos de la tierra bajo una sola estructura.
De hecho Benedicto XVI habla en "Caritas in Veritate" de la globalización incluso de la economía, del movimiento de capitales, de la comunicación y de la cultura. Hay una uniformidad como nunca la hubo y los medios de comunicación son en gran parte responsables de ese fenómeno.
Se habla de una autoridad mundial que haga de árbitro entre naciones y sea como "la policía internacional" para evitar conflictos y, seguimos avanzando hacia ese nuevo Orden Mundial con una Autoridad.
Curiosamente ya no están entre nosotros ni Shuman ni los demás creadores de la Unión, ni tampoco está entre nosotros el espíritu que les inspiró.
Europa sigue avanzando hacia la unión, pero ha sustituido los tres pilares del humanismo: Dios, la naturaleza humana y el bien común social por la negación de Dios, la reafirmación de la voluntad, la negación de la naturaleza y el relativismo de valores. En definitiva: los continuadores de la labor europea no son fieles a sus raíces, consideran el crucifijo como una amenaza y recrean e inventan nuevos derechos humanos que entran en conflicto con la vida del más inocente de los seres humanos: el que se gesta en el seno de su madre.
El nuevo orden mundial lo realizarán personas que piensan que no hay Dios, no hay moral, no hay una naturaleza personal y social estable. Y, por tanto, construyen desde CERO, un nuevo Orden Mundial al margen del sentir popular. Son "ilustrados" que nos manipulan y adoctrinan "para nuestro bien" en algo que "no saben si funcionará o será un fracaso social".
Los frutos del nuevo orden social son familias destruidas, ignorancia en las escuelas, violencia callejera y doméstica, incremento de suicidios, invierno demográfico. En definitiva: malos frutos de un mal árbol.
Es claro que mi actitud ante los nuevos constructores sociales sea de desconfianza. No funciona el relativismo ético, no funciona la negación de Dios, no funciona la interpretación del hombre como un mero proceso de voluntad soberana.
Por eso ¿una Autoridad Mundial? Es como abrir la puerta para que entre en escena el Gran Dictador Mundial, y se acabaría la posibilidad que todavía tengo de considerarme un exiliado en algún país que, aunque escaso, mantenga todavía gobernantes con sentido común y una sociedad en la que los hombres y mujeres se sientan orgullosos de ser como son, y, además se sientan felices de saber que tienen a Dios como padre.
frid
1 comentario:
Hola, frid.
Cuánto tiempo.
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