lunes, abril 20

Diálogo

 
 
Este lunes comenzó en el Ayuntamiento de Zaragoza un curso sobre "lenguaje sexista" para concejales, entiendo que con la finalidad de explicarles cómo hablar de modo "políticamente correcto", o lo que es lo mismo: "cómo hablar sin decir la verdad para que nadie se enfade".
 
 
Alguno dirá que lo "políticamente correcto" es una convención para evitar la violencia en el lenguaje, para lograr la paz civil, social e, incluso, mundial.
 
Un amigo afirmaba que este tipo de cursos son una crítica a miles de años de uso del lenguaje como vehículo de agresión al sexo débil y a los homosexuales. Probablemente ya la misma expresión "sexo débil" sería sexista por ser claramente discriminadora, aunque también lo sería la misma constitución más musculosa del varón. Porque ¡¡¡la naturaleza es sexista!!! tanto en la constitución física como en las tendencias naturales. Y por eso el gran avance cultural, que dio el cristianismo no fue negar las diferencias sino afirmar la igualdad de identidad como hijos de Dios y como dignos del mismo camino de santidad.
 
Si la naturaleza es sexuada, por ser más preciso, la homosexualidad es una desviación de ella, como la cojera, la ceguera... No hace malo a nadie la tendencia, pero te hace diferente.
 
Pero esta digresión está orientada a hablar de las bases del diálogo, bases que he encontrado en el libro de Samir Khalil Samir al referirse al diálogo entre cristianismo e islam.
 
No hay diálogo en la búsqueda de lo común; eso puede ser la base, pero donde realmente hay diálogo es en el mostrar, con todo el respeto del mundo, las diferencias de modo de pensar.
 
La libertad natural del intelecto hace que se adhiera a la verdad, según su acercamiento, con la probabilidad, la opinión o la certeza. Cuando se adquiere certeza hay seguridad de que uno está en la verdad.
 
El diálogo ni significa "dudar de mi certeza" sino mostrar los argumentos de la misma. Se trata de convencer, que es "vencer juntos", no de vencer, que sería imponer, ni de relativizar, que sería "perder juntos".
 
La base del diálogo está en el respeto de las razones del otro y la apertura a la verdad. Si se niega que haya verdad no hay diálogo posible sino "pacto político", o lo que es lo mismo, la definición de una convención de lo "políticamente correcto" en lo que nadie cree pero que todos afirman por temor a contristar.
 
Por eso algunas filigranas como "los cursos para evitar el lenguaje sexista" son barrocas y huecas. ¿No bastaría la buena educación?
 
Porque la buena educación incluye el arte de no ofender. Y ¿cómo? respetando a la persona, aunque sepamos con certeza que está equivocada o que su conducta es reprobable. La buena educación no ofende "sin necesidad" pero se defiende también y defiende a los suyos hablando, cuando es preciso, con claridad.
 
Por eso es buena educación resistirse al adoctrinamiento de lo "políticamente correcto" y hace vivir ese principio básicos de la ética: "no hacer ni querer para los demás lo que no querría para mí mismo"; y esa buena educación se sublima aún más si se añade este valor cristiano: "amar también a los enemigos", lo que no significa, en absoluto, invitarles a tu casa ni hablar bien de ellos, sino disculparles y admitir su capacidad de cambio y de dejar de ser nuestro "enemigo".
 
Así, con esa apertura a la capacidad del otro de cambiar y de comprender la verdad, se está preparado, incluso, para dialogar no sólo con el que no piensa como nosotros, sino también con el que, además, nos ataca con saña destructora.
 
frid

1 comentario:

Anónimo dijo...

Debo decir que esto es realmente increible, de todas manera uno sabe que siempre mienten, por otra parte y ademas de ello las personas son ni lindas ni feas solo son diferentes y esto hace que uno vea mas alla de lo que una persona sea etiquetadamente por la sociedad (homosexual, discapacitado, etc), sin embargo solo es "correcto" lo cultualmente aceptado.