martes, mayo 12

Milenarismo progresista: Salvándonos a la fuerza

 
 
Ni Dios pensó que el hombre abdicara de su libertad para ser feliz. De hecho no promete la felicidad en la tierra sino el Paraíso como fruto del mérito, y muchas veces ese mérito es "sufrir persecución por la justicia"
 
Ni tampoco pensó castigar al hombre en la tierra por el inmediato uso de la libertad, aunque fuese para mal. El mundo está plagado de obras humanas injustas, de esas que claman al cielo.
 
 
Pero los progresistas, profetas de sí mismos, o de directrices "dictadas por otros" y asumidas porque suenan bien, han dado un paso más y han adelantado a Dios. Y sí prometen la felicidad terrena, si bien para las generaciones futuras a las que salvamos con nuestros sacrificios, nuestras frustraciones y nuestra infelicidad actual.
 
Y esas profecías, a las que Jonhson llama "milenarismo", son llevadas a cabo por los "Intelectuales" de Jonhson, personas que en su vida privara eran ejemplo de infidelidad, de avaricia, de violencia de género en muchos casos, de explotación de la mujer en casi todos, de deslealtad, de timos flagrantes, de proclamas incendiarias y de ideologías que han dado frutos de muerte a millones en regímenes dictatoriales de izquierdas o en el permisivismo ético en todos los sistemas políticos con la plaga de millones de abortos.
 
El milenarismo progresista siempre encuentra en "exceso" el número de seres humanos. Sobramos.
 
Pero ellos, que han encontrado el atajo que "Dios ocultó" siguen empeñados en hacernos felices o de salvarnos. Y, ya que no logran que esa felicidad sea eterna en la tierra, nos venden el sucedáneo de la "buena salud" y del "placer" como la panacea. Y, cuando eso ya no es posible, en espera del "hombre inmortal que no envejezca", nos plantean la puerta de atrás de la eutanasia eugenésica.
 
¿Cómo ser felices en ese atajo? Es preciso que para ello se elimine el "complejo de culpa", la conciencia de pecado, la distinción del bien y el mal moral. Y, sin conciencia, sin una guía objetiva, el bien pasa a ser definido por el Estado.
 
Y ese Estado que nos hará felices necesita monopolio para educarnos y "formar nuestra conciencia" que antes niega: el bien es lo que me dicte el Estado; la felicidad es obligatoria y es equivalente al máximo goce sexual sin cortapisas.
 
Su interés por la Humanidad está llena de buenos sentimientos que llevan a justificar incluso el aborto porque nacerá un niño "no deseado" y por tanto "que no se sentirá feliz". Ojo con la primavera y las depresiones ya que esas mismas razones podrían aplicarse a cualquier ciudadano. Es casi una declaración para que te maten afirmar "no me quieren", "no me siento feliz"... ¿pero la felicidad depende de ese ser aceptado?
 
Sólo hay un remedio: desenmascarar tanta maldad disfrazada de milenarismo salvífico, desenmascarar a esos "aventureros de la mente" que han enmendado la plana a Dios.
 
Porque la felicidad es algo que está unido al dolor. Rosas con espinas. Y porque la felicidad se siembra de persona a persona. No hay que reinventar al hombre, hay que verle en mis padres, en mis hijos, en mis hermanos, en mis amigos, en mis vecinos, en mis compañeros de trabajo. Y a ellos se les debe lealtad, fidelidad, entrega, sacrificio. Sólo así, valorando a cada uno y a todos los seres humanos, es cuando recogeremos las gotas de felicidad que el mundo puede darnos.
 
frid
 
 

1 comentario:

Sil dijo...

MAS QUE INTERESANTE TODO LO QUE AQUI PLANTEAS, JUSTAMENTE HOY DISCUTIMOS SOBRE LAS DITINTAS RELIGIONES Y EL MUNDO CON UNA COMPAÑERA, TE IMAGINARAS EL DEBATE QUE SE ORIGINO..HAY DIOS!!!:)