jueves, junio 23

El fundamentalismo en política

En el mundo occidental, en el que la mayor parte de la clase política está secularizada, puede afirmarse que el único fundamentalismo que incide en la vida pública es el derivado del nuevo progresismo.

Sin embargo, por lo que se puede observar, en el Oriente donde la mayoría es musulmana, hay otro fundamentalismo religioso derivado de la interpretación literal del Corán.

Mientras que en el primer caso son mentes que se consideran privilegiadas las que imponen su visión, una concepción de la vida pública y organización social elaborada por seres humanos; los segundos basan su autoridad en el mandato de Dios.

Los nuevos ilustrados son bastante uniformes en sus planteamientos, lo que asemeja sus postulados a los mandatos de una nueva religión sin Dios. Y, mientras afirman que la verdad es algo relativo o imposible de conocer, derivan como conclusión que el consenso es la clave del asentimiento de la razón, y que debe imponerse a modo de verdad. Al mismo tiempo tienen unos postulados obligatorios cuando el consenso va por distintos derroteros que los suyos (véase el caso húngaro y el escándalo que supone que con fondos de la UE un Estado Soberano promueva la defensa de la vida humana).

Los fundamentalistas religiosos, que no existen en el cristianismo ni en el judaísmo, se basan en algo indiscutible: en la voluntad de Dios; lo que es discutible es que “eso sea la voluntad divina”. Ahí viene bien lo que Benedicto XVI dijo en Ratisbona, Dios no se opone a la razón; Dios es Amor; Dios no se impone sino que Él quiere que el hombre se adhiera a la Verdad con libertad.

Curiosamente estas afirmaciones también están en el Corán, el previo a la Hégira; y muestra como Mahoma en su primera etapa estaba muy cerca del judaísmo y del cristianismo, si bien el cristianismo que conoció fue el de los Evangelios apócrifos.

El fundamentalismo laico es contradictorio: parece humilde al negar a la inteligencia su capacidad natural de conocer la verdad; y sin embargo es tan soberbio que pretende, en ese relativismo aparente, nada menos que alterar la propia naturaleza, siendo su avanzadilla ideológica la ideología de género.

El fundamentalismo islámico también parece humilde al negar a la inteligencia la capacidad de preguntarse cuando deduce algo que parece opuesto al “libro”; pero tiene la latente pretensión de ser el único intérprete de la voz de Dios.

En un equilibrio constructivo, surge la auténtica vía para la convivencia pacífica: la verdadera humildad de pensar que la razón está bien fabricada, por lo que está capacitada para descubrir la verdad; y que Dios, creador del hombre en su integridad, no entra en contradicción con lo que él mismo ha creado. De ahí que puedan establecerse el consenso en la legislación en muchos casos por la evidencia del bien que se deriva de lo legislado y que pueda defenderse esa postura no sólo por el apoyo de un número considerable de personas sino porque se puede mostrar su excelencia o conveniencia.

frid

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