miércoles, enero 14

Reflexiones liberales: la demanda social y la pescadilla que se muerde la cola.

 
Hay, en la práctica política democrática, una tendencia a preguntarse qué quiere la gente para ofrecérselo en los programas electorales.
 
Si eso fuese estrictamente así, si se ofreciese lo que la mayoría pidiese... sobrarían los programas políticos y sólo se trataría de elegir gestores, los más eficaces para cumplir la voluntad del pueblo.
 
 
Pero ¿eso ha sido alguna vez así?
 
Si uno recuerda las encuestas estudiantiles de la Izquierda se da cuenta que sólo había una respuesta posible... la otra era del tenor "no serás tan tonto, o tan retrógrado de pensar o de querer... lo opuesto a lo que ellos planteaban". Y, cuando en una asamblea se votaba lo que ellos no tenían previsto, se repetía la elección por algún defecto inventado. El objetivo era claro "manipular la opinión pública". Y eso no ha cambiado.
 
Nos basta escuchar a Zapatero resolver los problemas sociales más candentes del momento: facilitar los "nuevos modelos de familia", "facilitar aún más el aborto"... y abrir camino a la "eutanasia". Tres demandas socialmente minoritarias: la homosexualidad es algo nada atrayente para la mayoría de la humanidad; los abortos en España la han convertido en "el paraíso mundial del aborto", y los problemas del dolor de los moribundos tienen su cobertura en la "medicina paliativa". En definitiva: no hay demanda social, se fabrica.
 
Ahora preguntemos por qué la derecha no hace lo mismo... y encontraremos tres respuestas posibles:
- Falta de capacidad intelectual de algunos dirigentes para encontrar el modo de influir en la opinión pública, de defender de modo atractivo sus convicciones... o mera dificultad de vender lo bueno, que siempre supone esfuerzo.
- Complejo ante la capacidad de movilizar de la Izquierda, mostrándose derrotados de antemano.
- Carencia de principios.
Sin embargo es real la dificultad de reintroducir los avances sociales que suponen el respeto a la vida, la luz sobre la riqueza del matrimonio heterosexual, la riqueza de cada minuto de vida aunque sea terminal, la aventura de la libertad educativa... el mensaje en clave positivo de algo que acaba haciendo más feliz al hombre y más capaz para afrontar con entereza y alegría los retos laborales, sociales y familiares.
 
Se trata de introducir en los ciudadanos confianza en sí mismos, que es lo mismo que confianza en su capacidad de trabajo, de iniciativa, de ejercicio de la libertad.
 
Pero ¿qué pasa con las encuestas?
 
Pues que pasa exactamente lo contrario:
 
¿Quién respondería que no a que le solucionen el problema de la vivienda, del trabajo, de los estudios de sus hijos? Todos diríamos que queremos que "nos solucionen los  problemas"... y quizá por eso encontramos social-democracia en ambos partidos mayoritarios. Programas sociales similares pero con agentes diferentes: el Estado puro y duro en el socialismo, los Convenios con entidades privadas en el populismo... pero siempre ofreciendo seguridad a costa de libertad.
 
¿Queremos salir de la crisis? ¿Queremos ofrecer alternativas al estatalismo creciente?
 
Pues no habrá más remedio que cambiar la actitud ante las encuestas. Nos piden seguridad... "pues hagamos que se implique el ciudadano". Nos piden trabajo... "pues incentivemos el tejido empresarial". Nos piden educación... "pues apliquemos el cheque escolar".
 
Tendremos que dar trabajo, dar responsabilidad, reforzar la autoestima de la sociedad civil con un "entre todos podemos", no con un "confía en mí que te lo daré todo".
 
La pescadilla... de verdad, nunca se mordió la cola. Y si así la vemos en las pescaderías es porque es ya "cadáver de pescado".
 
frid
 

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