Ya somos casi dos millones, bueno, si se me apura... millón y medio, de personas movilizadas a favor de la vida y ya el Presidente abortista afirma que "esta es la mejor ley del aborto" y que seguirá con su empeño. La movilización, para él, es de los que "no existen", es del grupo de personas a las que ni da credibilidad ni piensa representar. Son "el bando contrario", son "españoles de segunda", o , sencillamente, fantasmas inexistentes.
Los diarios pro "progresistas" han definido la manifestación de "anti", anti-abortistas. Quizá se enfrenten los anti-muerte frente a los anti-vida. Si hay alguien "anti" es el que elimina a un ser humano, no el que le quita la herramienta asesina. En ese caso habría "anti-ladrones" en vez de policías.
Rodríguez Zapatero es heredero de lo peor de la Ilustración francesa y de su revolución: "todo para el pueblo aunque el pueblo no lo quiera"; o de las revoluciones maxistas del siglo XX: negando la categoría de interlocutores y sometiéndolos a la muerte civil, a la inexistencia social, a los que no piensan como él.
Dice que es relativista, que la verdad se fabrica, pero él sí que es la "verdad" y ante tanto endiosamiento, los simples mortales somos una excrecencia que, por misericordia divina, no arroja a los hornos crematorios. Sencillamente fomenta un sistema en el que los asesinos de seres humanos minúsculos queden impunes ante la ley, y en el que no genera alternativas para que nazcan los niños concebidos.
El juez inicuo hizo justicia porque no quería oír el clamor de una persona que reclamaba todos los días ante su puerta. El presidente inicuo no hace justicia porque se ha tapado los ojos para no ver y se ha puesto un tapón en los oídos para no oír: no le interesamos.
Estos progresistas han asaltado el estado democrático no para regir democráticamente los destinos de los españoles, sino para imponer su propia ideología. Gobiernan para los suyos y, los que amamos la vida, toda vida humana, no somos de los suyos. Y no somos considerados. Aunque fuésemos DIEZ MILLONES en Madrid, aunque fuésemos TREINTA.
Con ellos no cabe diálogo ya que se niegan a respetar la vida humana y oír la voz de los que la defienden. Sólo cabe la "dialéctica" de las cifras: el cambio político dando mayoría absoluta a la suma de otros partidos políticos: el cambio político.
Su animalidad, su no racionalidad, les hace jugar a la fuerza del poder desvinculada de la razón y del bien común. Sólo cambiarán ante la necesidad de pactos o ante el miedo a perder sus prebendas.
En el fondo, dialogar con un sordo-mudo presidente es tan inútil como hablar con un pollino. A nuestro razonar, responderá el rebuzno.
Siento decirlo, pero, sólo cambiaremos a la cultura de la vida con el vuelco político. Aplíquense a ello los demócratas pro vida
frid
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