martes, abril 6

Ineludibles confrontaciones



La Historia nunca ha sido pacífica, incluso en tiempos de la Pax Augusta, donde los dioses de la guerra pensaban que se daban un respiro mientras la ley romana ejercía su dominio en un sistema de esclavitud.



La paz es un privilegio de los hombres de buena voluntad, pero esa paz sólo está en su interior. Con demasiada frecuencia los justos padecen persecución por serlo. Hoy vemos cómo se ensañan los poderes mundanos contra Benedicto XVI por defender el derecho de todos los hombres a vivir, intentando mancharle con la inmundicia de unos pocos que deberían hacer examen y pensar "si están libres de pecado" para arrojar la primera piedra.

Cristo, pacífico como nunca un hombre ha sido, negándose a ser defendido por el impulsivo Pedro o las legiones de ángeles, murió en la Cruz en un proceso ante el pacífico Pilatos que quería vivir sin sobresaltos. La Paz de la conciencia fue sacrificada por la paz de la comodidad.

Vittorio Messori en el libro entrevista "¿Por qué creo?" le comenta a Andrea Tornelli que una cosa es el ideal de la familia cristiana y otra la realidad. El modelo de familia feliz y que reza unida es un referente. La familia real, incluso la que acaba siendo un modelo de fidelidad para los hijos, familiares y amigos, está llena de enfrentamientos con la cuenta de resultados de fin de mes, con la lucha para bañar a los niños pequeños, los pequeños y grandes arreglos, los cambiantes estados de ánimo, y las mil y una crisis de la existencia humana. Ante esa realidad tengo un inteligente hermano que todos los años reserva una semana para estar a solas con su mujer dejando los niños al cuidado de los abuelos. Sólo una semana... para retejar el edificio.

Ciertamente no aspiro a la paz en la tierra, al menos no aspiro a esa paz que predican los progresistas, ya que no es otra cosa que la paz del cementerio o del encefalograma plano. Hay un magnífico blog que se titula "Atrévete a pensar". Si uno se atreve a pensar ya está combatiendo. Además la vida es y será lucha... contra el exceso de trabajo, la falta de orden, el impertinente despertador, el aguantar con una sonrisa al inoportuno, el evitar uno mismo ser ese inoportuno. O hay guerra o hay apatía... o se es un cadáver viviente.

San Pablo decía referido al Reino de los Cielos: "violenti rapiunt" y es así. Hay que hacerse violencia para no dejarse arrastrar por la aromatizada senda de la sensualidad, del culto al cuerpo y del convertir mi apetito en ley.

No habrá paz en el mundo mientras intente acallar la voz de Dios en las conciencias, porque esa voz clama siempre por la Justicia. Podrán dejar de sentir remordimientos, pero los frutos son bien visibles ya hoy: el megagenocidio del aborto, la implantación del suicidio asistido, la tolerancia ante el asesinato por compasión, el silencio ante los genocidios de cristianos en países de mayoría islámica. En definitiva, sin Dios y sin conciencia, el reino del hombre desencarnado es el de la Cultura de la muerte.

Hoy la defensa de la vida en todos los momentos de su existencia, la valoración de la dignidad de toda vida humana, la protección de la conciencia de nuestros infantes es actuar a la contra de los Poderes Públicos. Hoy hay una ineludible confrontación, si bien ejercida desde el diálogo y la acción verdaderamente pacífica del uso de las armas de la razón: la exposición fundada de nuestras ideas, la movilización ciudadana y la acción civil. Y, dentro de la acción civil, en lo que permitan las leyes, llegar incluso a exigir responsabilidad penal a los que legislan y aplican leyes criminales y corruptoras, porque realmente el asesinato de los niños en el seno materno y el violentar la conciencia de nuestros menores propagando conductas deshonestas es, sencillamente, un delito contra el hombre y su dignidad.

Ya habrá momentos de descanso cuando, al final de la vida, nos digan eso de "descanse en paz", porque mientras tanto la confrontación es sencillamente "legítima defensa"

frid

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