jueves, noviembre 23

Día internacional contra la violencia de género. Un fracaso de la ley de violencia de género.





Ya llevamos más mujeres muertas por violencia doméstica que el año anterior por estas fechas, lo que demuestra que el año de vigencia de la ley de violencia de género no ha sido, en absoluto, la panacea para resolver un problema que es de comportamiento, estructura familiar y deterioro social.

Hay que analizar las causas de los problemas para darles la solución adecuada, y no caer en la solución fácil y manida de la izquierda de elegir un culpable, el hombre, criminalizarlo y acomplejarlo, desnudarlo como en el cartel de marras y decirle que de la cara. Así como le ponen sólo le humillan y por falsas razones. Se pueden sentir muy felices las feministas pero no han solucionado nada.

La violencia doméstica tiene mucho que ver con la marginación y con los fracasos matrimoniales. La lucha contra la marginación pasa por la educación en valores, una educación que fortalezca a la persona para que tenga recursos morales contra el alcohol, la droga, la delincuencia, y otros escalones descendentes. Para que haya educación en valores la mejor solución está en tomarse en serio al niño, al joven, al hombre y no engañarle con los señuelos del socialismo liberalizador de "haz lo que te apetezca", "¿y por qué no hacerlo?", "lo bueno y lo malo es meramente relativo y se alcanza por consenso".

Ese modo de educar es destruir personas y facilitar carne de cañón para ejercer la violencia doméstica. Sin recursos éticos, ni la cárcel es freno para la violencia (ese lugar de reeducación de donde se pretende que salgan libres los terroristas, donde los culpables de delitos económicos pasan sólo de refilón y donde, comprobado, no se reeducan mas que en raras ocasiones).

Por otra parte, mal que les pese a los idealistas socialistas, la realidad muestra que otro foco de violencia es el de las familias desarregladas, esas "nuevas realidades familiares" que a veces son fruto de un accidente, de un error, pero muchas más veces son fruto de una concepción egoísta y falta de compromiso de las relaciones entre personas. Esas relaciones débiles tocan también "fuertemente el corazón" y su desarreglo produce también fuertes alteraciones emocionales. Su solución es difícil, pero un gobierno responsable invertiría en conciliaciones familiares y en un mensaje positivo a favor de la unidad familiar de un hombre y una mujer, de modo estable, generosa, sacrificada, llena de amor, además de sentimientos. Algo que es difícil vislumbrar cuando la ideología lleva a odiar al hombre para salvar a la sociedad, o al hombre para contentar a las feministas.

Y es que sin amor al hombre, la mujer no es completa y viceversa. Sólo el amor frena la violencia. Y el amor es algo estable, es entender al otro o a la otra como parte de uno mismo. Y uno, salvo que esté muy loco, no se hace daño, no se pega.

Esos mensajes positivos son los más propios para combatir la violencia doméstica. Unos mensajes que ni Caldera, ni Zapatero, ni muchos de su gobierno entenderán. Su mirada turbia, su prejuicio contra el hombre y la ética tradicional, esa que habla de virtudes (una de ellas es la justicia) o de preceptos inviolables (dos de ellos son "no matar" o "no robar") les incapacita para solucionar el problema de la violencia doméstica.

Un médico con las manos sucias no debe operar. Un político con la mirada llena de odio es como ese médico. Gobierna mal y genera conflicto social.

frid

Aconsejo leer el artículo: Polémica de género

El escritor José Díaz califica de «nueva Inquisición» la Ley de Violencia de Género, que, a su juicio, discrimina al hombre. Ideal Digital

2 comentarios:

Ignacio dijo...

Es perseverar en el planteamiento erroneo, todo menos reconcoer jamas que no tienes razon; y así va España

frid dijo...

Sólo se llega a la paz si la gente, a nivel individual, la busca. Las leyes que no reconocen la realidad social son sencillamente un fracaso. Y educar es cambiar el paradigma actual: pasar del "me apetece" al "es bueno", "hace bien" "a mi amig@ le va a caer bien o gustar", cambiar el centro del mundo de uno mismo a los demás, o a Dios que te dice "amarás al prójimo como a tí mismo"; ese sí es un mensaje subversivo.