jueves, julio 3

Orden y manías.


En www.aragonliberal.es

Me acuerdo de la "anécdota de los ceniceros", de San Josemaría Escrivá. Llega a una casa donde viven sus hijos, ve que hay cuatro ceniceros simétricamente colocados y va... y rompe la simetría: "hijos míos orden sí, pero no maníaticos".

Mas o menos la anécdota es esa y la enseñanza es de gran calado.

Algunos gustan del orden y lo que gustan es "ordenar" según su limitada cabeza su habitación, su casa, su despacho... o el mundo.

Cuando alguien ordena de un modo rígido lo suyo es simplemente "un maníatico" ; no admite que una cosa esté "fuera de sitio"... y no es malo que algo esté descolocado, como señal de vida, de diversidad, de "cambio de paisaje".

No quiero hablar del desordenado ni del "adán"... porque eso es otro asunto. Dicen: "Yo sé muy bien encontrar el orden dentro de mi desorden, sé donde está ese documento"... hasta que un día aparece encima de una papelera "provisionalmente"... se hace la limpieza y se evacúa desde esa papelera definitivamente.

Pero el orden es algo bueno si no se extralimita. Ordenar lo ajeno sin obligación es ser un incordión", un "meterse en todo" que genera rechazo. "No me organices, por favor"... ya está el mundo lo suficientemente complicado para tener que aguantar esas ingerencias domésticas o ajenas. Y hay que ayudar, no imponer... incluso si es necesario ese orden para la convivencia. Los niños no pueden dejar los juguetes en el pasillo para que resvale el abuelo.

Donde parece que la manía de ordenar a los demás se aplaude es en la vida política. Lo que no soportamos de hermanos, padres o hijos que nos quieren... lo tragamos de unos señores a los que importamos más bien poco.

Esos señores deciden cosas maravillosas como el sentido de circulación de las carreteras, los tiempos de espacio en rojo o en verde de las intersecciones, la obligación de revisión de las calderas de gas... una serie de asuntos que hacen que la convivencia sea una balsa de aceite.

Pero, también ordenan cada cosa. ¡Ordenan nuestro modo de pensar! y nos callamos.

Cuando el orden se convierte en manía... se está ante un loco.

Cuando un estadista se pasa en la manía del orden... le llaman progresista, conductor, líder, presidente.

Y, siempre, la manía de "ordenar la realidad" de acuerdo con mi cabeza, con mi pobre cabeza... es "reduccionismo", es "señal de poca inteligencia".

Si Dios no cabe en la cabeza de una criatura, la paradoja es que tampoco "una criatura" cabe en la cabeza de nadie... y menos el colectivo social formado por millones de cabezas.

Pero esos maniáticos del orden están entusiasmados manipulando seres humanos mientras aquellos a los que organizan aplauden "con las orejas", porque se evitan el pensar.

Esos organizadores del mundo ya no reconocen derechos sino que "los otorgan" siempre que encajen con sus proyectos. Puedes hacer con tu sexo lo que quieras como si fuese un manjar de fresas... pero no puedes pensar que el sexo está orientado al matrimonio y a la vida. Puedes pedir que te maten cuando quieras pero no puedes hacer nada para que se proteja una vida humana descatalogada...

Su nuevo orden no va orientado tanto a lo que podemos hacer sino a obligarnos en lo que debemos pensar, eso sí... mientras sigan ellos gobernando. Y muchos aceptan ese orden por pura comodidad, aunque más que orden es ingerencia.


Orden sí, pero el necesario.

frid

1 comentario:

nicolas nuñez dijo...

interesante tu opinion; personalmente no conocia aquella idea de Escriba, pero me parecio muy acertada, y tu supiste dar con ella de una forma que me intereso bastante...sige asi, muy buen blog, aunque seria bueno que opinaras de mas temas aparte de los ya mencionados y no te viciaras con uno de ellos. te dejo mi blog por si te interezase leerle: http://pensarconelmartillo.blogspot.com/

suerte...