El que no esté de acuerdo con el aborto supone una postura personal que puede influir en la vida pública directamente con mi apoyo a personas, asociaciones y partidos que defiendan decididamente mi postura. Puede también influir en mi diálogo con las personas de modo individual para mostrar lo coherente que es una actitud pro vida.
Pero puede ser también, que teniendo esa posición y viendo la "incapacidad de influir positivamente en las leyes del Estado" conviva con personas con posiciones ambiguas o contrarias a mis planteamientos.
Tengo claro que mi desacuerdo con el aborto o el matrimonio de los homosexuales no genera a mi alrededor un clima de "intolerancia". Y si alguien se siente molesto es porque él mismo es intolerante.
La cuestión que plantean afirmativamente los relativistas es: ¿Si considero que algo está mal, me convierto en intolerante?
Podríamos considerar también ¿el que impone la legislación pro aborto, abre realmente el camino de la libertad? ¿el que abre la legislación del divorcio, de la eutanasia, del matrimonio de personas del mismo sexo está creando "derechos humanos"?
Ciertamente estamos ante un debate moral. Es bueno que se respete la vida, es bueno que el matrimonio sea estable, es bueno recibir la muerte con serenidad, es bueno el matrimonio natural... ¿pero es sólo un debate moral?
Desde el punto de vista social se comprueba que el divorcio y su apertura ha sido la causa de millones de hogares destrozados con el consiguiente deterioro social de convivencia, de problemas de adaptación de las grandes víctimas, "los hijos", de mayor índice de violencia, y de desgaste personal... e incluso con problemas medio ambientales añadidos al dispersar más la ocupación de las viviendas.
Desde el punto de vista social se ha comprobado que el aborto ha generado millones de muertos, más que las víctimas del Comunismo o del Fascismo... y no ha solucionado el problema real: "el niño no querido por sus padres"... que tampoco ha sido acogido por la sociedad.
La eutanasia también ha traído consecuencias sociales graves en los países dondes se ha aplicado: ha crecido considerablemente el número de muertes no solicitadas "por compasión" y ha producido un deterioro en la relación de confianza "médico - enfermo".
Y el matrimonio homosexual, al equipararse con el matrimonio natural, ha generado confusión, no ha sido aceptado apenas socialmente pues es una rareza "todavía", ha introducido más enfermedades sexuales, ha dañado la institución clave para la permanencia de la sociedad, la familia.
Hay muchas consecuencias sociales derivadas del "relativismo ético" que "desde el pragmatismo político" deberían analizarse.
Quizá no podamos cambiar las leyes, pero "con sentido positivo" sí podemos mostrar a la opinión pública los daños sociales de los "avances progresistas"... y forzar legislaciones que amparen y protejan las situaciones más deseables socialmente y que contribuyen más a la paz social y a la seguridad personal: facilitar la vida frente el aborto, la estabilidad matrimonial frente al divorcio, afectividad natural frente la homosexualidad, tranquilidad del enfermo frente al miedo a ser "eutanasiado".
No en vano la obligación de los gobernantes es cuidar el bienestar de los gobernados.
frid
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