Por: Federico Rodríguez
Marcelino Iglesias ha decidido no presentarse a la reelección como presidente aragonés. Es algo de mucho mérito porque ha logrado un PSOE cohesionado a su persona y que avanza como seguro vencedor en las próximas elecciones, salvo que haya sorpresas.
Realmente ha sido un presidente, es un presidente, discreto, sin sobresaltos, dócil a Madrid pero con un pacto con el PAR que le ha introducido moderación en las políticas sociales. No ha sido tan doctrinario ni visceral como su honómimo nacional, Zapatero, pero ha proporcionado elementos doctrinarios al gobierno de Madrid como Eva Almunia. Con esta declaración, los barones socialistas habrán ya sacado sus sables o ¿docilidad a Madrid también en eso? Sería bueno que acabara con su honómimo catalán una resolución favorable para los bienes de la Franja, que impulsara una aceleración en las obras de la "Autopista mudejar" desde ya un lugar que debería ser "románica" para llegar a Jaca en condiciones, y que no excusase su despedida con seguir con esa docilidad a Madrid que, después de la Expo, no parece que traiga demasiados frutos. Asignaturas pendientes: No hay agua de calidad en Zaragoza, Yesa permanece parada y las obras del pacto del agua desmontadas. Vaya de todos modos, mi felicitación a un presidente ni crispado ni crispador, pero que también podríamos decir que "ni chicha ni limonada". Pero ¿es así, sin que se le note, como mejor sirve un presidente autonómico a su autonomía? Podría ser. frid
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