miércoles, septiembre 3

La ciencia de lo material


Mi amigo José Antonio ha entrado en el debate de los límites de la ciencia, y afirma que la "ciencia trata de lo material", lo que es real, pero es posible porque hay algo inmaterial que permite que exista.

Ya Aristóteles al estudiar la física apercibió que había realidades fundantes que eran necesarias y que estaban por encima de la física: la metafísica. Esa parte del saber hace posible la ciencia porque le proporciona esos primeros principios que necesita para progresar.

Es claro que la "verdad científica" descansa en la "verdad metafísica", que el método científico descansa en la capacidad de conocer exclusiva del ser humano, o al menos sólo observada en el ser humano y que la ciencia es propiedad de seres humanos que hacen propio ese conocimiento.

¿Sólo el ser humano? Y los animales ¿conocen? Esa pregunta, ¿es para la ciencia?.

Por una parte los animales y demás seres obran siempre en orden a su conservación y propagación, y conocen lo necesario para su existencia material. Ese conocimiento es un mero saber práctico mecánico y necesario, es como una ley que lleva a obrar y reaccionar de modo necesario ante estímulos necesarios. Pero ¿siempre? Al menos normalmente las excepciones se pueden explicar por circunstancias externas que priorizan una reacción de conservación buscando seguridad que buscando alimento cuando el animal siente "amenazas".

En general el comportamiento animal es predicible y no transciende a la materialidad.

¿Nuestro conocimiento de la materia transciende la materialidad?

Con ese conocimiento descubrimos pautas permanentes o necesarias, pero también innovamos. Introducimos nuevas pautas, observamos, analizamos, extrapolamos y captamos leyes generales que se pueden aplicar a individuos, al mundo físico o a experimentos humanos. Nuestra ciencia generaliza, capta universales.

Decían los matemáticos griegos que la noción de triángulo es trancendente al mundo material, una vez concebida tiene existencia en nuestra mente, en todas las mentes... aunque no hubiese un sólo triángulo en la tierra. Pero la geometría se basa en el mundo material, como el conocimiento científico, como todo conocimiento humano que parte del puente de los sentidos hasta ideas universales y transcendentes.

Y, para la ciencia, por su necesidad, la primera idea transcendente es la VERDAD, algo inmaterial y previo a que pueda hablarse de conocimiento científico. A partir de ese concepto viene todo el desarrollo de la investigación sobre un "mundo material" que es, PRIMERO, un mundo REAL y cognoscible.

Si analizamos los métodos del conocimiento científico, captaremos que son métodos que permiten transcender la individualidad de la observación a la pluralidad y necesidad de su aplicación a hechos no observados. La experiencia permite deducir, inferir, extrapolar, generalizar y avanzar en el conocimiento de otras verdades hasta ahora novedosas. Incluso permite hacer hipótesis que pueden demostrarse ciertas siglos más tarde cuando la ciencia experimental alcance la capacidad de observación que actualmente no puede desarrollar.

Los descubridores de Troya se basaron en estudios literarios, la hipótesis de la deriva de los continentes en la coincidencia de las formas de las costas americanas y africanas, las edades geológicas en la ubicación de los fósiles en estratos de piedra. El trabajo científico ha permitido convertir esas hipótesis en teorías sólidas, si bien al no contar con la observación directa, su evidencia tiene siempre una mínima fractura.

Pero, paradójicamente, el hombre, ante hechos de los que consta la evidencia histórica, niega contra toda ciencia, la realidad que otros testimonian porque es una realidad molesta. Ejemplo tenemos con los que hablan del "mito" de Jesús intentando ponerlo al plano del mito de "Aquiles".

Y es que el hombre es a la vez científico, escéptico y crédulo. Porque la ciencia no hace ni mejor al hombre ni le da respuesta a todos sus interrogantes.

Al hombre le interesa saber del mundo en el que vive, pero también saber la razón de por qué está en este mundo. Esa última pregunta no es científica, pero se la hacen TODOS los científicos y toda la gente por sencilla que sea. Y su respuesta es ¡mucho más vital e importante!

Ver: Ciencia, filosofía y religión de José Antonio Calvo en www.aragonliberal.es

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