Nos hemos amanecido con la noticia del fallecimiento de Loyola de Palacio. Humberto me ha trasladado la noticia esta noche, lo que me ha permitido, a primera hora de la mañana, como es habitual en mí, ir a Misa y ponerla en primer lugar de mis intenciones; además de trasladar a mis amigos con SMS el evento para que se acuerden de ella.
En ese momento me llegó un SMS de Fernando, que una vez aclarado de qué se trataba, decía así: "Navidad en el cielo". Y me sonreí. Porque en mi cabeza rondaban ideas semejantes, quizá como ingeniero pensaba en el modo de transporte: escalera, autopista, barco, aeronave, nave espacial... Y me decidí a pensar que había ido haciendo pesca submarina.
De pronto vio un pez grande y hermoso en las aguas del Cantábrico, de todos los colores del arco iris, el arco de la paz, el que el Señor le puso como signo a Noé después del dilubio. Ella se emocionó al ver ese pez tan hermoso y le siguió, le siguió y le siguió; dejó olvidado el arpón y se olvidó también que estaba nadando.
El pez hermoso poco a poco se transformó en pelícano, ave de la vida, que volaba hacia arriba. Y Loyola se olvidó de que no tenía alas y que las mujeres no vuelan; y voló, voló, voló. Vió a la tierra pequeñita, de un hermoso color azul, como la ve Dios y se sonrió pensando en los que dejaba aquí en la tierra. Menuda papeleta nos deja. Ella se va al descanso eterno y nosotros, con nuestros afanes, agobios, prisas, y trabajos. Nuestra realidad gris, con su sonrisa, tomó color y perspectiva, se hizo realidad multicolor porque ahora un ángel más en el cielo vela por nosotros.
Porque Loyola se olvidó de que no es estrella, y se encontró luciendo en la cúpula celeste con un brillo especial y alegre. Ahí se la encontró Dios y pensó: tengo que hacer mi árbol de Navidad y necesito una estrella especial y brillante, la que guíe a los Reyes Magos al Belén que puso Dios.
Y Loyola se encontró, sin esperarlo, como estrella de los Reyes Magos, indicando el camino al Nacimiento. Y ahi, en primera línea, mirando hacia abajo, se enterneció al ver al Niño Dios tan desvalido. Quiso ser pañal para el niño, mula o buey para darle calor, paja calentita para cobijarle, pastora u oveja para venerarle, posadero que le abriera su casa en vez de decirle que no tenía lugar en la posada.
Pero ahí Dios le regañó: Loyola, ahora te quedas conmigo, haces de estrella, tu camino ha terminado, has sido fiel. Goza ya de mi presencia. Sé estrella. Que dejamos ahí abajo a tus amigos para que sean pañal, mula, buey, pastora, pastor, oveja, rey mago, Simeón, Ana, y reciban en la tierra a Jesús. Tú ya lo ves en primera fila.
Federico Rodríguez de Rivera.
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1 comentario:
Para Loyola de Palacio
Entre el café y la tostada del desayuno hoy la noticia ha sido la muerte de Loyola en mi cocina. Mis hijos, adolescentes y ciudadanos informados, admiraban la vida de esta mujer por la que hoy rezamos.
No sabría decir por qué me caía tan bien a mí. Tenía la sonrisa de esas gentes que te hacen tener esperanza, que transmiten que la generosidad y la fe están para ejercitarlas. Lo que conozco de su vida siempre me hablaba de un corazón enorme, de una mujer valiente que valoraba la familia, que sabía querer de uno en uno y que había hecho de su existencia un camino al servicio de los demás. En ella es fácil comprender que lo de vivir coherentemente es posible tanto en la vida privada como en la pública.
Muchos buenos ejemplos nos ha dejado, como madre de familia numerosa que soy, me quedo con su testimonio de buena hija y buena hermana. Gracias por tu ejemplo Loyola.
Pilar Perez
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