Resulta ya un tópico que manifestaciones de la libertad de expresión en medios críticos con el gobierno, son tildados por éste de crear crispación. Crispación o no, la necesidad de esta libertad -y los derechos humanos- tienen en el ejemplo venezolano un sencilla moraleja. O fábula, para los que apodan "gorila rojo" al protagonista . Democracia de poder unipersonal suele hacer roma las aristas de los tres poderes, blandengues contrapoderes transformados en uno sólo. Clamoroso desastre si el último bastión del democráta que es la justicia, se le expropia su libertad de expresión y de prensa. El Tribunal Supremo de Justicia venezolano sentencia que las infraestructuras de Radio Caracas Televisión (RCTV, única emisora crítica a Hugo Chávez) serán puestas a disposición de la nueva cadena, Televisora Venezolana Social (TVES), al modo expropiatorio de las clásicas dictaduras. Un Montesquieu resucitado quedaría asombrado de sus ordenes vigilantes a los demócratas, incluso cuando los tribunales excusan sus resoluciones pero confirman de hecho la ignominia al pueblo en nombre del gobernante. Es el mismo caudillo latinoamericano que paseó ufano dando lecciones por España, el que ante las protestas por el cierre de la televisión, amenza utilizar el ejercito contundentemente con su clásico grito de guerra: "patria, socialismo o muerte, venceremos".
Opuesto a tan rancios eslóganes que la Historia confirma que suelen venir acompañados de sangre, se pronunciaba en el mismo continente Benjamin Franklin: "donde mora la libertad, allí está mi patria". Patria sin libertad de expresión es la patria del tirano y de la sumisión del pueblo. Ningún hombre puede considerar suya la patria si en esta al no habitar la libertad, no puede usarla por ser derecho del gobernante que la expropia. No es lo mismo disfrutar del Estado de Derecho, que ser esclavo de un odioso derecho del estado, que desde hace años viene protagonizando el cacique Chávez en Venezuela.
José Carlos Navarro Muñoz.
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