miércoles, julio 5

El paganismo de Cartago. ¿A donde queremos retroceder?

La exaltación de la muerte del que se define como enemigo:

Dice Aristóteles que "aunque la legislación de la mayoría de las ciudades es, por decirlo así, caótica, con todo, si tienen un objetivo, todas apuntan a la dominación (...) En algunos incluso hay leyes que incitan a esta virtud (la guerra); por ejemplo, dicen que en Cartago el distintivo compuesto de brazaletes indica en cuántas campañas se ha tomado parte; en Macedonia hubo también una ley que ordenaba que el hombre que no hubiese matado ningún enemigo fuera ceñido con un ronzal; entre los escitas no podía beber de la copa que se pasaba de mano en mano en cierta fiesta el que no hubiese matado ningún enemigo; entre los iberos, raza guerrera, se clavan en el suelo, alrededor de la sepultura de un hombre, tantos obeliscos como enemigos haya destruido”. Y bien que especifica como absurdo “tampoco deben cazar hombres para un banquete o un sacrificio, sino los animales que suelen cazarse para ese fin".

Como se puede observar es una suerte ser herederos de la civilización griega y habernos alejado de "elementos culturales" contenidos incluso en la cultura de nuestros más cercanos antepasados, los iberos.

Serán los etarras y batasunos una excepción con ese afán de recuperar las raíces, probablemente iberas, de las que provienen. En ese sentido, los mil hombres muertos por sus tropas les dan derecho a tener mil obeliscos en sus túmulos funerarios. O bien a llevar mil brazaletes si fuesen nacidos en Cartago.

Sin embargo, los trofeos batasunos no se han obtenido en una contienda limpia, sino que arrebataron vidas a traición y alevosía. No merecen el trofeo de los iberos, aunque sí la aprobación y estima de quienes les consideren dignos de pacto.

En el fondo, ¿quién pacta la paz con aquel al que ha vencido ofreciéndole sumiso todo lo que el otro ha pedido?, ¿quién, en una negociación, cede todo lo que solicita el contrario previo a entrar en el debate? Y, lo que es más serio ¿quién aplica la amnistía al asesino no arrepentido?, ¿quién deja armado al verdugo de sus hijos y le invita a su mesa familiar?: solo un loco o un cretino.

Yo prefiero, ante el progresismo de algunos, que vuelven a justificar la violencia como medio para lograr sus objetivos (e incluso lo definen como técnicas modernas de presión democrática), seguir mi labor de arqueología por si encuentro, entre los griegos, el sentido común que otros han perdido.

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