domingo, julio 16

El sacrifico del inocente. Sangre para apaciguar a los espíritus malignos. Visión del aborto.

Sangre para apaciguar a los espíritus malignos.

Ahora que queremos recuperar el paganismo, veamos algún ejemplo.

¿Qué pasa con Cartago? Dice Chesterton: "Los cartagineses eran un pueblo muy civilizado, y hasta refinado, cuya religión consistía en buena parte en quemar vivos a un gran número de niños como sacrificio a Moloc (...) Los sacerdotes púnicos no se estaban vengando en los niños por injurias que les habían infligido los infantes. Torturaban a los niños porque eran torturadores".

Ese ejemplo de maldad está en la raíz última de los incitadores al aborto: Fíjense que no hablo de las víctimas de esa incitación al sacrificio: el niño y la madre, que, consciente, es engañada con argumentos que intentan convencerla de que lo que lleva en su seno no es más que una masa informe de carne, un tumor, un invasor, un extraterrestre, todo excepto lo que podría ver si dejase a esa criaturita crecer.

Verdaderos centros de culto a Moloc o Baal, en pleno siglo XXI se disfrazan de clínicas higiénicamente impecables. Pero muestran que todavía, como a los griegos, nos toca la ingente tarea de abrir los ojos a los hombres ante tanta barbarie.

En otros post hablaba de barbaridades culturales en la América precolombina incaica, azteca o maya; en los ritos cananeos y en otras religiones animistas africanas; en la figura del kamikaze japonés, del terrorista suicida palestino, de la sacralización de la guerra santa.

Todos estos hechos, en mayor o menor medida muestran en el hombre una brecha monstruosa, cainítica, que le hace primo hermano del príncipe de la mentira. Que Moloc, Belcebú y esos otros dioses que justifican la muerte del inocente son el mismo que lleva a los planificadores del aborto a afirmar que se puede, sin más, disponer de la vida del ser más inocente e indefenso de la tierra.

La imagen traída es el cementerio de niños sacrificados por esos civilizados.

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