lunes, julio 17

Reflexiones liberales. Hacia la recuperación de nuestras raices: Aristóteles.

El progreso de la cultura tiende las raíces en su pasado:

Ciertamente Aristóteles es superado por el humanismo cristiano, pero, al mismo tiempo, es olvidado por el nuevo paganismo; porque la clave de la política aristotélica es hacer feliz al hombre, mientras la de la política neo-pagana es la de llegar a un paraíso.

La diferencia no es baladí, se sustituye la realidad posible por la utopía soñada. Y, mientras tanto, para lograr ese paraíso, se le obliga al hombre a renunciar de su libertad, de su felicidad, de su familia, de sus amigos, de sus virtudes; eso sí, ofreciéndole el sucedáneo del placer inmediato.

Actualmente se define que eres feliz no “porque te encuentres a gusto con tu conciencia”, sino “porque haces todo lo que te apetece”. Se te ofrecen, como a Pinocho en la Isla del deseo, todo lo que desees, en una paulatina transformación hacia el asno. Y, espero que el rebuzno que sustituyó el bostezo ayude a la sociedad a rectificar el rumbo.

Aristóteles establece otros parámetros para medir la felicidad y el ejercicio de la buena acción política, muchos de ellos hoy en día muy necesarios:

1.- Dentro de su paganismo, otorga al culto a los dioses la máxima dignidad. Porque si Dios existe, es lógico que se reconozca por el Estado la veneración al creador.

Hay que tener en cuenta que lo natural es creer en Dios, el hombre es de natural religioso, y por eso el paganismo no era ateo, sino que veneraba a los dioses. Y, cuando se topó con el cristianismo, se avanzó hacia el Dios Único. Ese Dios es invocado en la Constitución americana, es respetado en al Constitución polaca y, es presuntamente respetado en la española. El “principio de precaución” debería llevar a los ateos y agnósticos a revisar su postura. Y comprobarán que el respeto de la sociedad a Dios supondrá una garantía más de respeto al hombre.

2.- Establece como ideal de buen gobierno la felicidad de los súbditos y el bien común. Después analizará qué es la felicidad y concluirá que es la propia de los hombres justos.

Une felicidad a virtud, no a placer. Sostiene que el buen gobierno es el de los hombres justos, que son los más respetuosos con las leyes y con los derechos y deberes de sus conciudadanos.

3.- Aborrece la tiranía, la autarquía y la demagogia. Y analiza esos regímenes dando una descripción detallada que nos ayuda a evitarlos.

4.- Establece como ideal de la educación la educación en la virtud del ciudadano.

Sería equivalente a la educación en la calidad, a la educación personalizada, orientada para el hombre virtuoso; lo que supone disciplina educativa, objetivos claros. Esto se cumple mejor en un ámbito de verdadera libertad de enseñanza, controlando el Estado la calidad de los contenidos básicos.

5.- Establece la familia como célula básica de la ciudad. Entiende que ha de apostar por la familia para la estabilidad política.

6.- Limita las razones de la guerra, si bien todavía mantiene justificaciones que han sido después superadas.

Inicia así el análisis de la guerra justa, que tantos frutos de paz ha dado desde el pensamiento cristiano. No hay que olvidar que de los Evangelios, Gandhi, encuentra razones poderosas para su acción sin violencia; y son musulmanes e hindúes los que no entienden sus postulados; como se comprueba al final del proceso de su larga marcha hacia la libertad.

7.- Establece la independencia de la justicia, de las magistraturas y la temporalidad de los ejercicios políticos.

Considero que Aristóteles, en ese aspecto, sería un liberal de nuestro tiempo por el miedo que tiene a que se perpetúe el que tiene el mando en el gobierno, degenerando el sistema político y dañando la calidad de vida del ciudadano.

No hay comentarios: