Llegan noticias, siempre confusas, sobre negociaciones postele
ctorales y las alternativas de pacto con unos o con otros, intentado casar proyectos contrapuestos. Es curioso, no importa quien sea el compañero de viaje, ni seguramente el equipaje que se lleve. Lo importante parece ser la ocupación del poder, y negar autoridad pública al partido de la oposición, como apoyo de un nuevo totalitarismo. Está de moda ser de izquierdas, pero la gente de izquierdas es más intolerante que la de derechas. Las banderas esgrimidas son meros espejuelos para deslumbrar al transeúnte.
"Todo el que en política e historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente" (Ortega). Dominan las grandes palabras, las grandes definiciones, con la mayor vaguedad posible, desdibujando ideales en aras del pragmatismo. Todo ello presidido por la "afirmación" de que toda la sabiduría, toda la prudencia está contenida en un solo frasco, el propio, y que el esenciero del contrario está vacío.
Tocqueville (1805-1859) ya hablaba de tiranía de unos partidos sobre otros. Nuestras leyes son democráticas, pero quizá haya que insistir más en las costumbres, en que los hábitos ciudadanos sean más democráticos, sobre todo en el ejercicio activo del derecho al voto. Pero más importante es el deber de seguir las consecuencias últimas del voto depositado, de pedir responsabilidades por el ejercicio de la delegación conferida al votar a un candidato; y considerar más seriamente los trasvases que puedan hacerse como fruto de los pactos, no vaya a ser que tu voto acabe en un lugar donde no quieres que esté.
Agustín PÉREZ CERRADA
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