martes, junio 5

El principe se convirtió en rana

El principe se convirtió en rana o la rana que vivió como si fuese un prícnipe.

Zapatero habla de la gravedad del comunicado de ETA, no toma ninguna decisión, afirma que con la "palabra" derrotará al totalitarismo, pero ¿sabe qué quiere decir con tanta verborrea?
 
La España que se divide en la opinión de que ETA será siempre lo que es y hay que combatirla hasta su desaparición, y la que apoya incluso en las urnas que toda negociación con cesión incluida es buena para que no haya muertes, han visto la crónica de una tregua trampa anunciada. Han regresado a las instituciones, ayuntamientos y parlamento vasco, y toda genuflexión de la fiscalía general y el gobierno han sido poco para ellos. Anuncian que vuelven al crimen organizado en toda España -como si en la T-4 no lo hubiera- incluida Cataluña y sus republicanos políticos, porque Zapatero no ha cumplido lo pactado. Todo esto mientras con el sí de la niñas los socialistas dudaban sobre su estrategia pactista en Navarra, y la novia proetarra estaba dispuesta y a la espera. Pamplona, parlamento foral, todo apoyo para ellos y echar a UPN. El rearme era un hecho, pero no mataban -excepto la T-4 que fue un accidente-. El chantaje proseguía con De Juana que no quiere libertad con pulsera, eso para los txakurras (perros) que son los policías. Otegi que sabe que lo sabe el "fiscal". La extorsión a los empresarios ha sido una constante que Rubalcaba verificó con vendas, manos atadas y pensando en el zapaterino pacto.  Este año será mejor que el anterior -ZP dixit-y al día siguiente en Barajas se dialogó en el idioma etarra. Zapatero ha hablado ante la gravedad del nuevo anuncio etarra sin tomar ninguna decisión, distinta a su errática política: la fuerza de la democracia y la palabra derrotará al totalitarismo, lo que quieran los vascos y bla, bla, blá. Zapatero para una de esas partes de españoles era el príncipe que iba a traer la paz o al menos intentarlo. Como príncipe que creía que controlaba a la alimaña, cada vez fueron más los españoles que se dieron cuenta que se había convertido en rana, y ya se sabe el pacto de la rana con el alacrán, que le prometió no clavarle el aguijón si le ayudaba a cruzar el río encima de su lomo. Se lo clavó y tuvo por respuesta la excusa de que esa era su condición. La condición de la sanguinaria ETA es ésa, la de esta rana no puede ser ésa porque también lleva a sus espaldas a España. Y son muchos los españoles cansados del croar pactista, de muchas institucionales ranas.

José Carlos Navarro Muñoz.

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