viernes, junio 9

La rosa envenenada

Era una rosa blanca, arrancada con violencia para hacer de ella un signo partidista. Se tiñó enseguida de rojo, pero no de la sangre de los que la portaban sino con la sangre de los inocentes que no cabían en el mundo que quisieron construir con ocasión de la locura republicana.

Y que no se enfaden los verdaderos republicanos, hablo de la locura de los que, secuestrada la república, la hicieron escudo de banderías. Y con excusas permitieron el caos y la anarquía.

Sangre ya había en las rosas con las matanzas de Paracuellos, donde un joven Carrillo, unificadas las juventudes comunistas y socialistas, y muchos de sus compañeros ensangrentaron sus manos. Y fue esa una de las muchas recolectas de rosas blancas que entonces hicieron.

El marxismo, con su signo rojo, vinculado a la sangre de los demás, definidos como enemigos de la república o contrarevolucionarios, mereció en su escudo la rosa roja socialista.

Felipe González intentó la concordia, consciente de que en aquel lamentable 1936 hubo muchos culpables y, después, muchas venganzas. Quiso la reconciliación nacional. Renunció al fatídico marxismo y pactó con todos los españoles el respeto de la Constitución de la Concordia. En ese sentido, para mí, liberal de convicción, fue un gran hombre a pesar de no compartir con él muchísimas de sus tesis políticas.

Pero hoy nos gobierna un loco, un neo-marxista, un descontento del desenlace del 39, pero también disconforme de la solución de la Concordia, la Constitución que resteñaba las heridas, y se está inventando una historia sólo aplaudida por los enemigos de la paz y de la armonía de los españoles.

Zp es hoy el amigo de los batasunos, de los etarras, de los separatistas y de todos los elementos disgregadores de la unidad, de la paz y del perdón.

Y como merecido homenaje, los muchachos de Gara, que saben por donde se andan, han unido la rosa roja, la de la sangre de los inocentes, con la serpiente viperina del odio de los criminales. Han hecho un monumento al dios de la muerte. Y nos muestran quien es el vencedor y quien es el vencido.

Les ha faltado clavar ese estandarte, el estandarte de Mordor, sobre la piel de toro, que acabará llorando ensangrentada si no reacciona a tiempo.

Yo por mi parte doy un aviso, discreto y personal: como español no renuncio a la justicia, como defensor de la legalidad no renuncio a la Constitución de la concordia, como individuo con obligaciones con todos los demás seres humanos no renuncio a la defensa legítima de mi persona, la de ellos, la de las familias de las víctimas y la del Estado de Derecho.

Y exijo al Partido Socialista que proteste enérgicamente ante la vinculación de su signo con el de los asesinos de Batasuna, que reaccione con la energía que desplegó cuando se trataba de arrinconar a su único oponente democrático, al único que se ha batido con él desde el marco de la ley y de la Constitución, para dar cumplida reparación a todos los españoles de bien. Y no confunda a los pacíficos con los mansos bueyes. Porque no queremos seguir su juego y convertirnos en malas personas como sus habituales aliados.

No hay comentarios: