martes, junio 13

Yo no soy pacifista

Me ha pasado un amigo un artículo magnífico de dos funcionarios de Naciones Unidas, titulado “Visión de un futuro huérfano de nombre”, por Díaz de la Cebosa y Ruiz Thierry, y me ha forzado, como es habitual en él, a pensar sobre los conceptos vertidos en ese artículo.

Ahí plantea como paradoja de nuestro tiempo que “mientras se busca construir la paz con la fuerza armada e imponerla con la ayuda humanitaria, en lugar de ayudar a crear la capacidad de auto-organizarse”. Y en frío les doy la razón.

Si consiguiésemos influir para cambiar la organización política de tantos países, eliminando corrupción, introduciendo tolerancia y libertad, lo más seguro es que ayudaríamos muy directamente a pacificar la tierra.

Sin embargo la realidad se impone. El egoísmo de las naciones no es una realidad inventada. Y, si bien Occidente está entregado al pacifismo, los pueblos de Oriente no tienen nada de pacíficos y esperan, pacientes, su oportunidad. Sería nefasto crear una realidad soñada y no ver con objetividad las ambiciones internacionales de Marruecos, la llamada a la guerra santa de determinados líderes musulmanes y la aparición de fantasmas totalitarios en nuestra querida América latina.

Hoy en día es todavía necesario mantener el equilibrio del miedo, muy a nuestros pesares. Y, para construir la paz como aspiración legítima, habrá que entablar un diálogo y negociación, dentro de la reciprocidad, con los países culturalmente tan diferentes al nuestro. Además de no cerrar los ojos a las guerras de religión que todavía se viven en África, la existencia de “príncipes de la guerra” en otros de esos países, la falta de libertad en el extenso país de la China y tantas otras situaciones que se trasladarían a Occidente si no ejerciese una férrea defensa del estado de libertades inherente a una democracia sana.

Desde Europa podemos soñar en vivir esa paz idílica mientras tengamos al gigante imperio americano interesado en que existamos. Pero la paz no se construye sin preparar la guerra, aunque todos lo lamentemos.

Orwell, cuando los nazis iban a invadir Inglaterra comentó a los pacifistas ingleses que querían recibir a los alemanes con claveles que menos mal que esas tonterías sólo se les ocurrían a los intelectuales.

Lamentablemente, y no lo digo por los articulistas, nuestro presidente y la nueva izquierda europea sostiene lo mismo que esos intelectuales de entonces: recibamos al Islam radical con claveles, en vez de trabajar con cristianos y musulmanes para construir una paz basada en la reciprocidad y libertad mutua, creando un espacio común de libertad que bien podría llamarse “verdadera alianza de civilizaciones” como sostenía alguna ministra musulmana argelina al decir a Zapatero que ellos no querían su alianza si era con los terroristas y radicales.

1 comentario:

frid dijo...

Borja: La providencia de Dios es innegable, y en ella caen los imperios del mundo. Soy un entusiasta de la Biblia, y los libros de los reyes muestran continuamente como los distintos davides pudieron con los goliats, y por eso escribo: porque soy optimista.