Un clamor unánime: el actor principal de la trama lo ha hecho mal, no nos entretengan los segundones. El Presidente ha fracasado en su política contra el terrorismo, que era la joya de la corona de su agenda. Que dimita.
Ayer Pepino Blanco se quejaba y acusaba a los populares de que en vez de acusar a ETA del atentado de Barajas, señalasen al Presidente del Gobierno, probablemente porque esperaba atraer hacia él los comentarios y así distraer a la opinión pública del verdadero responsable, que no culpable, de ese ya acto terrorista con muertos.
Los actores secundarios se ofrecen voluntarios al sacrificio por si pueden salvar al actor principal de la trama. Dirán que la culpa la tiene el arrecife, que el barco se hundió porque estaba ahí y chocaron. ¿Quién señaló el rumbo del barco de la “paz” y del diálogo con los criminales? El capitán del barco.
Y tiene razón el Partido Popular en exigir a los socialistas que cambien su cabeza, por el fracaso de su política, porque el barco ha sido hundido irremisiblemente, bañando con sangre Madrid y a todos los españoles. Y tendría honradez política el Partido Socialista si exigiese a su líder una moción de confianza y no se la diese; porque en otro caso demostraría que esa política errática no es del Presidente sino de todo su partido.
Ciertamente el autor del atentado es ETA, pero también es cierto que Otegui, “príncipe de la paz” según el presidente, ha jugado una partida engañosa y monstruosa con el señor Zapatero. Ellos son víctimas del timo de la estampita, pero bien se sabe que ese timo tiene también como culpable al timado: su ambición, su falta de ética y su deseo de perpetuarse a costa de disgregar España. Pero el terrorista tenía siempre un as en la manga y le dijo a Otegui que basta, queremos a otro. Y dieron jaque al “rey”, se comieron al “as de bastos”.
Pero, Pepino, actor menor, señala que el que hizo “jaque mate”, fue ETA. Lo que no dice es que en el tablero estaba Rodríguez Zapatero jugando con los intereses de todos los españoles y mientras movía piezas no miraba las piezas del contrario: armas, zulos, extorsiones, violencias callejeras, reorganización, y todo pagado con el silencio y con la presión a jueces y fiscales para que tratasen bien a esas víboras.
Por eso el capitán del barco no es sólo culpable por “omisión” sino también por “acción” en el sentido de haber ejercido una política de cesiones que permitieron al enemigo ganar la partida. El portero no sólo no estaba en casa: dejó la puerta abierta, puso un cartel claro y luminoso: “casa no vigilada”; y ahora nos vende la inocencia de que él no entró en la casa furtivamente, el que actuó contra la ley es ETA.
Cualquier vecino sabe que ante un “portero” así solo cabe buscar a otro, ante un “capitán de barco” que no mira el rumbo del navío no cabe mas que una sustitución, ante un “jugador” de ajedrez que descuida su tablero sólo cabe la derrota.
Y ciertamente tanto los actores menores como el Presidente, han demostrado que se han equivocado, equivocación mortal ¿accidente? Más bien, han fracasado y lo más honrado es que dejen el lugar a otro que en vez de “actor” de la cara, no engañe y busque defender la casa, guiar bien el barco y ser inflexible en la partida a jugar, porque el otro no se rige por la justicia sino por el afán de dominio y es inmisericorde para apretar el gatillo.
Lo más razonable es que el Presidente, responsable por “omisión” y por “permitir que ETA se haya reorganizado”, dimita como consecuencia del fracaso de su política, y eso aunque sea socialista.
frid
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