lunes, febrero 26

Sobre la solidaridad y la caridad. Nos juzgarán por nuestra donación voluntaria a los demás.


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El Cielo es fruto de "un compromiso libremente asumido". Y ese compromiso es poner nuestros dones materiales y espirituales al servicio del hombre concreto, en especial del más próximo.

Hoy, en periodo cuaresmal, se nos recuerda a los cristianos la escena del Juicio Final. Voy a considerar la parte de los buenos, de los que son llamados a habitar en el cielo: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."

Recuerda mi post anterior sobre las obras de misericordia. Y recuerdo que en ningún caso sentimos una presión externa para realizar esos actos "solidarios" o de "amor al prójimo". Dios ha puesto al hombre dos caminos: el bien para que viva y el mal por su quiere probarlo. Le dice que elija el bien pero no le obliga. Es un acto voluntario.

Todo lo que tenemos y somos es "nuestro", también los dones intelectuales. Podemos hacer con ellos lo que queramos. Pero ese obrar "libre" no es en modo alguno "indiferente". Si obramos con mentalidad de servicio a los demás, a los concretos humanos con los que convivimos, el cristianismo nos presenta las puertas abiertas del Paraíso.

Eso me recuerda que el Creador nos ha puesto en la tierra con un precepto, una ley, pero no nos ha coaccionado.

El Cielo es fruto de "un compromiso libremente asumido". Y ese compromiso es poner nuestros dones materiales y espirituales al servicio del hombre concreto, en especial del más próximo: la familia, los amigos, los vecinos, hasta alcanzar la solidariedad con todos los hombres de la tierra que han sido (rezamos por los difuntos), son y serán (pensamos con criterios de futuro, ecológicos).

frid

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