martes, agosto 22

La filosofía del miedo y el silencio de los borregos.

Un pensamiento sobre el miedo, ¿o sobre el aborregamiento?

Hegel habla del temor servil del siervo ante su amo. Y de ahí surge la rebelión, la revolución y la tendencia a sustituir al amo por el esclavo. La tensión desencadenada es el juego de la violencia. Un tirano es sustituido por otro que será el nuevo amo. Para estabilizar el proceso se busca un “amo colectivo”: el proletariado, el partido... un ser indefinido que supere las tensiones. Pero su resultado es siempre unos que mandan por el poder de la fuerza y otros que obedecen por la sumisión del débil.

Hegel interpreta, desde la dialéctica materialista, las tensiones del poder de la antigüedad pagana. No hay piedad para el vencido. Basta ver las campañas de Alejandro Magno sobre Persia: el dilema a las ciudades es o la sumisión o el aniquilamiento; lo mismo hizo Julio Cesar con los galos, y así obró Támerlan en su conquista. Era la ley de la fuerza. Y los sometidos eran esclavos. De hecho el mismo Aristóteles justifica uno de los fines de la guerra en el aprovisionarse de esclavos.

Esa dialéctica antigua era el nacer y decaer de los imperios. Un devenir que los antiguos simbolizaban con la diosa de la fortuna y con las parcas. La dialéctica hegeliana no es muy diferente a la pagana. Su diferencia: el imperio no es personal, pero hay sacerdotes de ese nuevo poder pagano: los que representan al partido de los proletarios: todos los socialistas materialistas que en la vida han sido. Y por eso su religión es la del miedo, la del temor servil; y su poder el de la fuerza. De ahí que, frente a la dialéctica sólo uno pueda enfrentar la fuerza: la fuerza de los votos, la fuerza de la huelga, la fuerza de la contestación callejera, porque... lo que no sirve es la fuerza de la razón, que no es en absoluto violenta.

Frente al mundo pagano, se presentó el Dios de los cristianos que, en frase de Juan Pablo II, aportó otro tipo de temor; el temor filial. Y ese temor suavizó a la humanidad, nos hizo hermanos. Y, por miedo de contristar a nuestro Padre común, aprendimos a respetarnos.

Esta reflexión esperanzadora no nos hace olvidar que en España quien gobierna basa su sistema en el “temor servil”, escuchando sólo al que ejerce la fuerza.

Por eso, es preciso aplicar todo tipo de fuerza legítima para frenar esa ola de tiranía que, desde el partido del gobierno, se nos impone paulatinamente con la exaltación de lo Público y su apropiación por el omnipotente Estado. No pasaremos la raya, pero no nos bastará utilizar sólo el poder de la razón, habrá que emplear el poder de la palabra, apoyar y unirse a todos los que luchen por la libertad, habrá que ignorar o ridiculizar los actos de propaganda del pensamiento oficial, y hacer una red de pensamiento verdadero.

Se demostró, en su momento, que esos regímenes lo que no aguantan es el poder de la verdad y la tentación de la libertad.

Frid

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobre las parcas o las moiras: Las Moiras son tres, Cloto, Láquesis y Átropos, "la que hila", "la que asigna el destino" y "la inflexible". Son la personificación del destino, y su misión en el horizonte mitológico griego, es la de asignar el destino a los seres que nacen, deparándoles suertes y desgracias.

Como diosas del destino velan porque el sino de cada cual se cumpla, incluyendo el de los propios dioses. Asisten al nacimiento de cada ser, hilan su destino y predicen su futuro. Se las representaba como tres mujeres de aspecto severo: Cloto, con una rueca; Laquesis, con una pluma o un mundo y Átropos, con una balanza.

(de Wikipedia)

¿Qué destino habrán tejido para los traidores como Zp?