lunes, agosto 28

Los insecticidas ecológicos versión progresismo. La plaga: el ser humano

Humanicida biológico.


Todos hemos visto al pasear por un bosque de pinos la trampa para la mariposa de la procesionaria. En el fondo consiste en una cajita sin retorno con reclamo a mariposón, a macho procesionaril. También hemos oído contar que otro procedimiento para atacar las plagas, al margen de los pájaros insectívoros, es el criar en laboratorio machos estériles, que luego se sueltan por ahí. Esos mariposones van como locos detrás de las hembras con nulo resultado. Así, poco a poco, se reduce la población del insecto dañino.

Análogamente los progresistas, en su lucha contra el hombre, auténtica plaga del medio natural, han optado por la lucha biológica. Se trata de preparar uniones estériles, de homosexuales, llamándolas matrimonio por si pica alguien. De ese modo tendrán mucho ruido y pocas nueces y se reducirá la población de esa plaga, la humana, que les tiene preocupados.

Otras medidas que han adoptado, el aborto legal, ya han logrado eliminar más de un millón de ese ser peligroso, el humano. Si bien por eso de su incoherencia, o bien para que vengan a la cajita sin retorno, han provocado un efecto llamada, el efecto Caldera, que ha compensado la reducción de la plaga humana en España. Pero es que esos deben de ser de otra raza ecológicamente más aceptable, si bien en sus lugares de origen sólo hay ayudas si hay reducción de población. Porque tanto la progresía como la ONU están de acuerdo: la población es el problema.

Eso me recuerda que para Narbona, la Ministra de medio ambiente, el problema está siempre en los que lo padecen: el fuego es culpa de los gallegos, la sequía de los murcianos; luego la población es siempre el problema.

Con la guerra biológica inaugurada por la ley de fomento de la homosexualidad y su enseñanza obligatoria, diseñada por el padre Peces Barba, se logrará tener la población a raya. Eso sí, habrá que inducir a los subsaharianos también en esa práctica.


frid

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