domingo, agosto 13

Un adolescente como presidente:

Un adolescente como presidente:

El otro día nuestro presidente fue portada con su pañuelo a lo Arafat. Se le notaba orgulloso, apoyando la causa palestina, como si fuesen los únicos inocentes en ese conflicto. Olvidaba, curiosamente, los terroristas suicidas que siembran día tras día a Israel de muerte, destrucción y llanto. Probablemente tendrá en su dormitorio de adolescente el manido póster del Ché, combatiente marxista por la libertad, una libertad cuyo modelo no es que la consolidada democracia cubana.

Creo que nos merecemos un presidente más serio, que no juegue a una parcialidad sensiblera de la realidad. No ha de olvidar que, si fuesen los terroristas islámicos los causantes del 11-M, él podría estar amparando, sentimentalmente, unas acciones similares en otros países democráticos.

Lo del conflicto del Oriente Medio es más complicado que una foto de adolescente apoyando a los buenos. En ese conflicto no hay buenos ni malos, sino un desencuentro tremendo, unas aspiraciones imposibles de compaginar y una metódica provocación al Estado de Israel.

Si nuestro presidente quiere ser el adalid de la paz, haría bien en seguir la estela de otros países europeos, que es la de la máxima cautela y la comprensión de las partes, la llamada a la resolución del conflicto por medios pacíficos, el posible despliegue de las fuerzas de la ONU, u otras acciones que destensen los hilos. Hay que recordar que hoy gobierna Palestina un partido que tiene entre sus acciones lícitas el terrorismo y la guerra sin cuartel al Estado de Israel y eso no tiene una fácil solución pacífica.

En otro orden de cosas, qué diríamos si nuestro presidente se pusiese un pañuelo de ETA para significar su simpatía y su afán de diálogo.

Federico R. de Rivera

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