¡Dejadnos dormir!... bien dice el señor Fanjul que los españolitos han perdido el gas... y una cerveza sin gas es impotable, no sirve para nada... ha perdido su fuerza.
Pero es también cierto que los españolitos, como los europeos, han perdido el sentido de lo trascendente y, como radicales en sus planteamientos, han llegado a la conclusión de que, si la vida se acaba en la tierra, ¿qué razones tenemos para ser héroes?
Decía uno de mis hermanos: "la historia la escriben los cobardes, los valientes son los primeros que llenan los cementerios"... y eso es la filosofía de vida actual. Para qué ser héroes si todo se acaba aquí, si, como enseñe Peces hay que erradicar la idea de Dios y de la trascendencia en la educación primaria por anticuada y obsoleta. Entonces, qué premio alcanzar... ¿la fama? la fama es de pocos... y lo más que lleva es a una estatua, que si es moderna ni se te parece, de bronce para que todas las palomas de la ciudad evacuen en ella... y, si eres héroe en el bando equivocado... mañana viene una grúa y te retira con nocturnidad y alevosía.
¿Para qué ser héroe? ¿Qué ganamos con el sacrificio? con ese pragmatismo nuestro fin se limita al yantar bien, al beber y dormir bien, y... con esos planteamientos ¿qué nos diferencia de una granja de producción de cutos?... incluso cuando ya nuestra salud se resienta, inyección y a difuminarnos en la nada de la que provenimos.
Objetivo: mantener la salud el mayor tiempo posible, sin sobresaltos... y si hay un hijo pues hemos cumplido, dos un exceso, tres una locura... envejece la población, pero en mi placentera vida sólo me interesa la masa de inmigrantes que equilibren mi balanza hacia la nada.
El problema y la culpa es de Aznar, que quiso sacarnos de esa áurea mediocritas, nos quiso vestir de héroes, y ahí sacamos nuestro genio, arrullados por la izquierda que le plantó cara al entonces presidente por ser culpable del 11-M, ya que antes nadie se fijaba en nosotros.
Nuestra meta: vivir y dejar vivir, que no se nos note, como si no existiésemos... y sacaremos nuestro genio cada vez que nos saquen del zulo que nos hemos fabricado.
Ese cultivar el no ser hace eternos nuestros problemas... quejándonos nos estamos amargando, luego definimos que no existen, y, en nuestra comodidad vivimos sin un tentáculo como los pulpos... todavía nos movemos.
Perderemos Cataluña, el País Vasco, Andalucía y más brazos pero diremos... me basta el cabezón del pulpo... que es el pensante, y nos haremos paraísos de sueños y fantasías... mientras la realidad, mutilada, no podrá asomarse a la ventana... porque para no verla, incluso los ojos, arrojaremos a quien más nos grite... los islamistas, los separatistas, o cualquier grupo que reclame nuestra patria amortizada.
Federico R. de Rivera
martes, mayo 2
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