viernes, mayo 19
Francisco Garrido... un sentimental con buena intención
He vuelto a leer el artículo que ha colgado en la red Francisco Garrido, que recomiendo su lectura para entender algo de qué va esa discusión sobre los derechos o no de los simios.
Y aquí no voy a utilizar el tono jocoso que suele ocupar la cuestión, por esa despreocupación humana ante temas secundarios, que no consideramos de una importancia vital. Porque, de hecho, si hay alguien que pretende hacer escalara a los momos hacia la altura humana tendrá algún motivo.
Supongo que "desde la nueva fraternidad" que propugna en su artículo, su amor a las criaturas se ha ensanchado de tal modo que le caben de sobra todos los hombres y busca ampliar su comunidad afectiva a los grandes primates.
Si eso es así, bienvenido a los defensores de la vida del embrión, que -por supuesto- tiene con nosotros el 100% de común en el genoma, si bien es más chiquitito que un simio.
Si eso es así, bienvenido a los detractores del aborto de los fetos que muestran algún problema de desarrollo. Al menos reconoces que los simios "son capaces de aprender, comunicar y transmitir lenguajes como el de los sordomudos"... lo que es muy fuerte, por otra parte. O bien que "reconocen la alteridad del otro".
Bienvenido al club de los que no abortaríamos a un subnormal aunque lo conociésemos antes de que naciese... reconoce y siente el cariño de los otros. Y además, es capaz de mantener un nivel de desarrollo humano infantil, o mayor según su minusvalía.
Otra cuestión es la definición de derecho y deber que extraes de la manga, por eso de que las Comunidades humanas no son personas. Sabrás que se utiliza el concepto de "persona ficticia" para trasladar a los miembros de esas comunidades los derechos o deberes de las instituciones por las que nos relacionamos como grupos. Una sociedad en la que no haya al menos un ser humano que diese la cara o la representase perdería su humanidad.
Por tanto, si creas una sociedad protectora de los animales, entiendo que cargarás con la responsabilidad que surja por los daños que causen. Véase los ejemplos de la suelta de osos en el Pirineo, las medidas de protección de las grullas en Gallocanta (Teruel), o de los lobos en Asturias. Pero en todos esos casos son hombres los que deciden, los que evalúan el daño, determinan el grado de protección, cuidan de los animales y de que no hagan destrozos, etcétera.
Los simios, como cualquier animal, no han dado el salto evolutivo, si de salto se tratase, para crear sociedades, defender sus derechos, responder por sus deberes... somos los hombres los que los hemos humanizado en nuestro lenguaje.
El sentido común nos dice que los derechos humanos son de otro orden. Admito que los derechos que defiendes se entiendan así por analogía, como cuando se dice que "la gatita es muy cariñosa", pero confundir los planos humano y animal es confundir dos supuestos donde se da un salto cualitativo en el modo de vida.
Entiendo que para defender tu postura, el hombre no sería más que un producto meramente material especialmente evolucionado. En ese sentido ¿qué sería la libertad y la inteligencia humana? Seríamos un eslabón de un proceso evolutivo que no ha terminado... y acabaríamos siendo tratados como animales inferiores por el "Homo" posterior. Si hay que seguir esa línea de razonamiento, si eso es verdad... ¿por qué quedarnos sólo en el gran simio? ¿Por qué no llegar a la última bacteria?
En el fondo ese avance hacia atrás es todo un despropósito. No es el esclavismo el que está en juego, ni el sufragismo femenino... ¿o también les daremos votos a los simios? Lo que está en juego, y perdona, es distinguir entre el sentido común y la estupidez humana, entre la racionalidad y el sentimentalismo, entre el proteger unos animales y el darles la característica de seres humanos.
No es una burla ¿te casarías con una simia, no ves que algo falla? ¿Harías una escuela para que los simios aprendiesen a leer y a escribir?
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