martes, mayo 2
El tesoro de la Isla
Habrá que corregir a Stevenson y reescribir la magnífica novela de La Isla del Tesoro para cambiar el personaje principal por nuestro muy sabio Zapatero.
Y lo digo por su habilidad en excavar sin ningún problema en los viejos problemas de la sociedad española en busca de ese maravilloso tesoro escondido de paz y armonía suprema.
Nuestro muy benéfico presidente, unido a una tripulación de la que la mitad y más eran piratas, y de los duros... ¿Rubalcaba es de los buenos? ¿Carod u Otegui son de la banda de bucaneros o pacíficos marineros?... ¿será Pepiño Blanco el único marinero leal al jefe de la banda, al intrépido marinero?... va, como iba diciendo, en busca de un tesoro maravilloso allá donde se junta el arco iris con la tierra... que coincide con el Mar de las Novedades, un mar interior al Océano infinito del Progreso.
Así y todo ha llegado a tierras incógnitas hasta ahora, ha puesto su señal y ha mandado excavar con ardor a sus muy leales socios de gobierno, mientras con su plácida sonrisa mariposeaba de flor en flor mostrando un talante como nunca se vio en la Isla del Tesoro.
Sus muchachos encontraron pronto una gran cantidad de elementos arqueológicos bien ponderados por el progresista presidente... y de progreso quedó la excavación... siempre hacia abajo en busca del petróleo que le escamoteó su compañero Evo... el aliado civilizado... que era bucanero malo y se fue con los barcos de Repsol repletitos para volver, probablemente, a vender lo ya vendido a nuestro plácido presidente.
Pero sigamos excavando, progresando hacia abajo, rescatando fantasmas de la historia... encontrando una Progresista Segunda República, de nueva hornada, con rey incluido... y con diosa Cibeles sentadita en su carro... que la diosa razón, de la progresista revolución francesa era más marchosa y enseguida se lanzaba a la guerra con los países vecinos.
En su avance llegó a nuestros ancestros... ¡los simios de la Isla! grandes simios, los miembros de nuestra familia, que juegan tan bien al lanzamiento del coco y de la piña... mientras cantando balu... balu... prometen un mundo feliz sin esfuerzo.
Y sigue aún progresando nuestro Presidente, sin barcos con los que volver a la realidad porque su amigo Evo se quedó con el petróleo, sin tierra a la que retornar con sus riquezas porque Carod y Otegui le han dado un tajo, y, Chávez, el leal Chávez, hace guiños a Mohameb para eliminar la brecha del estrecho y ser un califa independiente, y sin gentes a las que contar sus hazañas porque los simios se le han ido todos a la selva.
La única observación del editor del nuevo cuento es que Zapatero estaba excavando en el basurero municipal de mi pueblo.
Federico R. de Rivera
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