Leo en la prensa que se pretende legalizar la transexualidad, permitiendo el cambio de nombre y de sexo sin necesidad de estar operados.
En el instituto hemos aprendido un mínimo de conocimiento de genética. En el ser humano existen 46 cromosomas: 23 procedentes de la madre y 23 del padre. En cada individuo hay un par que define el sexo: Las mujeres tienen unos cromosomas XX, y los hombres unos cromosomas XY.
Con esto tan sencillo comprendemos enseguida que por mucho que se cambie el nombre, y externamente la apariencia, sea con hormonas o no, un hombre sigue siendo un hombre y una mujer, una mujer. La genética no cambia.
José A. Calvo
miércoles, mayo 10
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1 comentario:
Decía un amigo que lo imposible es imposible, y además es imposible.
Otro que a los burros viejos les pintan la dentadura, les frotan las encías antes de la venta... y bien arreglados a ver si cuelan.
Aunque a la mona la vistas de seda, mona se queda.
Nadie compra duros a peseta (salvo Dalí... por supuesto).
El hábito no hace al monje... (pero lo viste).
En definitiva, tenemos la suerte de que las leyes cambien sólo las apariencias legales no las realidades físicas... las operaciones de cambio de sexo son como los dientes de mi burra (es burra, no burro... en el interior está lo bueno... lo real)... sigue siendo mi burra vieja.
Por mucho que le vista de mujer, como me descuide... me dirá con una voz de carretero: so o arre.
Pero seguimos engañándonos... y no estamos en el teatro... sino en la realidad de la vida y de nuestra intimidad... ahí al mirarnos al espejo vemos además de lo de fuera, lo de dentro... y nuestra historia con o sin colita.
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