domingo, septiembre 3

Un ejemplo del sentido común: Úrsula von der Leyen

Para que aprenda Europa:

Hoy aconsejo que leamos la entrevista a Úrsula von der Leyen en el ABC del 3 de septiembre de la que adjunto el link.

Sólo quiero trasladar a mi blog dos de las preguntas y respuestas:

-La CDU propone revisar qué valores requiere la nueva sociedad. ¿Hay valores modernos?

-Los valores son los de siempre: la familia, la responsabilidad por el otro, valores cristianos que deben ser traducidos a otros tiempos. La familia no puede pervivir mirando a lo que fue, su economía y la de todos es ya global y la mujer es hoy muy importante. Pero siguen importando que haya niños en las calles, la solidaridad generacional, la buena educación, la subsidiaridad, y hay que preguntarse cómo mantenerlas en un mundo moderno. No caben respuestas de los años 50. Aceptemos que hoy falta ese laboratorio social que eran las familias numerosas, con varias generaciones conviviendo, pues este Gobierno quiere abrir «casas intergeneracionales» donde poder encontrarse con guarderías, ayuda con los deberes, lugares para ancianos... Recuperar el valor de que una generación ayude a la siguiente.

-En una España sin hijos, la política familiar ha empezado por la boda homosexual...

-Pues perdone, pero eso no sube el índice de natalidad. Es política del artificio, y es jugar emocionalmente con las parejas homosexuales y no tomar en serio sus problemas. Es estúpido reducir la familia a política de partido. Mire, sé que las nuevas generaciones de españolas y españoles están muy bien preparadas. Pero la mujer se topa con el problema de cumplir un modelo de madre española perfecta, que hoy es difícil. No se le puede impartir una formación y abrirle puertas para luego ponerla en el brete de renunciar. Entonces abdica de algo, y pierden todos, la primera ella. La sociedad tiene que decirle: no, porque hoy estás más formada... Puedes hacerlo todo.

Qué podríamos proponer mejor que la señora Von der Leyen: estoy convencido de que la sociedad no mejorará por el cambio, por alterar las reglas de juego, sino por saber jugar mejor al juego de siempre: el ser humanos.

Y ¿qué es un ser humano? El mismo ahora que hace 1.000 años o 10.000. Tendrá más medios materiales, pero sus necesidades vitales son las mismas: afecto, amor y felicidad. El afecto lo recibe en la familia; el amor lo da en su vida de entrega a la familia, a los amigos, al resto de los hombres; y la felicidad la consigue por su coherencia de vida, no porque la busque a cualquier precio.

Y ¿cómo funciona mejor la sociedad? Con hombres muy humanos. Por eso un padre y una madre de familia fieles y ejemplares son garantía de un profesional equilibrado, abnegado, generoso y leal. Y una persona con su afectividad bien vivida es garantía también de normalidad al asumir las otras funciones sociales. Por eso se entiende que diga la Ministra alemana que en Estados Unidos le ofrecían trabajo por tener hijos; y en Europa se lo quitarían por tenerlos. ¿No es eso señal de que hay que arreglar las prioridades de Europa?

Todos podemos tener algún problema en la vida pero no vayamos a sublimarlo y decir que lo que somos se lo debemos "al problema"; lo somos "a pesar del problema". De ahí que haya borrachos que sean leales a la patria; mujeriegos que sean buenos artistas; divorciados que sean unos genios en los negocios; y... en otro orden de cosas, enfermos que vencieron sus trabas para ser grandes músicos, matemáticos, escritores. Eso último es más fácil porque el "problema" es físico, no moral y, por tanto, no tiende a absorber las otras facetas de la vida.

Y, sin engañar a nadie, por respeto a los homosexuales, no les hagamos jugar a un juego que no es el suyo, el matrimonio.

frid

11 comentarios:

vitio dijo...

El matrimonio es hombre-mujer. Lo de los homosexuales lo llamaría yo, "unión de hecho". Aún así, tengo que confesar que no entiendo la postura de cierta derecha y mucho menos de la Iglesia.
Un saludo, vitio.

frid dijo...

Sin entrar en el fondo del problema: con respecto al matrimonio, lo lógico es defender su estabilidad; legislar para facilitar el éxito de la empresa. Y facilitar que la sociedad vea como bueno lo normal: hombre y mujer y para siempre; ámbito de equilibrio emocional y formativo de los hijos; ámbito de cuidado generoso y sacrificado de los ancianos. En definitiva: el matrimonio tradicional (cristiano o no) es un bien indiscutible para la socieda y vale la pena legislar para que prospere y no tenga trabas sociales, de trabajo, culturales, etcétera.
En ese sentido coincido con la Iglesia: mantengamos un mensaje positivo a favor de la familia tradicional, detrás de su éxito está el éxito de toda una sociedad.
Eso no es imponer el modelo, es, sencillamente, no engañar al ciudadano diciéndole que todo es igual e indiferente.
Cuando se produce un divorcio hay, indiscutiblemente, un fracaso.
Cuando se aborta, hay, también otro fracaso: no se ha podido proteger esa vida, no se le ha sabido abrir un hueco.
En lo de los homosexuales lo que no hay es que engañarse. Formar una familia, como tu dices, es otra cosa: familia es matrimonio, es complementariedad, es hijos, es parientes, es vínculo natural. Las otras uniones afectivas son eso "uniones afectivas"; pero son más fuertes y no están legisladas las uniones afectivas entre hermanos; o entre miembros de una "peña". Son otra cosa.

Anónimo dijo...

Suena extraño decir 'familia tradicional'.Sí, ya sé que el término y el concepto están en trance de ser lo que no es, pero es que 'familia ES 'tradicion'.
El artículo, leído en papel, es clarificador...por evidente.
Pero en fin, hay quien se empeña en 'transformar la realidad'. Creo que no lo conseguirá, para bien de todos.
Saludos

Anónimo dijo...

quise decir "lo que no son".

frid dijo...

Avanti: es evidente que la familia es única; como dice G. de Prada "el conejo o es tradicional o no es conejo"; ha sido un "lapsus". Otra cosa son los "despojos" de la familia sobre los que hay que legislar; y otra también distinta las distintas formas de uniones entre los seres humanos fruto de la capacidad que tenemos de adquirir compromisos variopintos; o de adquirir compromisos de ayuda mutua. Ejemplo del primero: adoptar un chimpancé; ser polígamo o lo contrario. Ejemplo de lo segundo y se están dando: jóvenes que a cambio de una vivienda se comprometen a atender a un anciano solitario...

finig dijo...

Excelente entrevista la de ABC. Yo creo que en el fondo todo se sintetiza en dos culturas, cada una de las cuales lucha por ir ocupando su espacio en la sociedad. La cultura de la vida y la cultura de la muerte. Favorecer a la familia, es decir, favorecer la cultura de la vida, es siempre algo que redunda en un beneficio global en la sociedad, también en el económico, en el empresarial. Pero tenemos que hacer una seria e intensa campaña al respecto. No podemos ser ingenuos. Sabemos que hay empresarios que incitan al aborto a alguna de sus trabajadoras embarazadas. Éstas personas están claramente por la cultura de la muerte. Sitúemenos en el lado opouesto. Fomentemos como empresarios valores y actuaciones que protejan a la familia, y la potencien. Medidas que favorezcab la conciliación de la vida familiar y laboral. Si teneis iniciativas al respecto, por favor colgadlas en esta web o en la mía.
Saludos.

El sobrino de Atilano Nicolás dijo...

Hacer las cosas bien no quiere decir que sea hacer las cosas fáciles. Puede que una mujer que añade a su responsabilidad de esposa y madre una vida profesional, lleve una vida más dura y exigente que una mujer que o bien lleva una familia, o bien desarrolla una labor profesional. Y si además elige tener una familia numerosa los sacrificios a los que se tendrá que hacer frente serán numerosos.
¿Pero quién dijo que lo que vale no cuesta?, ¿o será que lo que cuesta es lo que vale?

Anónimo dijo...

El libertarismo y la familia



Las tendencias actuales sobre el matrimonio y la familia, libertarismo mal entendido, promovidas e impuestas por una ideología de género, están dando sus frutos. El resultado le tenemos en el informe del Instituto de Política Familiar (IPF), sin duda demoledor, “Cada tres minutos se rompe una familia” en España. Cerca de 150.000 el año pasado.



Y es que en efecto, ninguno de nosotros se pertenece exclusivamente a sí mismo. Por eso, cada uno está llamado a asumir en lo más íntimo de su ser su responsabilidad pública. Así pues, el matrimonio como institución no es una injerencia indebida de la sociedad o de la autoridad, una forma impuesta desde fuera en la realidad más privada de la vida, sino una exigencia intrínseca del pacto del amor conyugal y de la profundidad de la persona humana.



En cambio, las diversas formas actuales del matrimonio, como las uniones libres y el “matrimonio a prueba”, hasta el pseudo-matrimonio entre personas del mismo sexo, son expresiones de una libertad anárquica, que se quieren presentar erróneamente como verdadera liberación del hombre. Esa pseudo-libertad se funda en una trivialización del cuerpo, que inevitablemente incluye la trivialización del hombre. Se basa en el supuesto de que el hombre puede hacer de sí mismo lo que quiera: así su cuerpo se convierte en algo secundario, algo que se puede manipular desde el punto de vista humano, algo que se puede utilizar como se quiera. El libertarismo, que se quiere hacer pasar como descubrimiento del cuerpo y de su valor, es en realidad un dualismo que hace despreciable el cuerpo, situándolo –por decir así- fuera del auténtico ser y de la auténtica dignidad de la persona.



Xus

frid dijo...

¿Qué liberalismo defendemos?
La familia como bien natural debe estar protegida; la libertad del hombre en su esfera individual, cuando implica una relación corporal, aunque no sea matrimonio, supone una relación que requiere una acción jurídica. Esa acción jurídica debe ser más fuerte cuando la relación sea más estable: se defiende el derecho de los débiles; aunque no apruebe esas relaciones.
El matrimonio fracasado provoca, casi siempre relaciones con otro, un segundo vínculo y unas relaciones jurídicas nuevas, que desde el derecho se llaman "nuevo matrimonio"; pero que tienen detrás un vínculo destrozado.
La acción posible es proteger el vínculo inicial, hacerlo más estable, facilitar la reconciliación familiar. Y, si eso no fuese posible... existen esas normas jurídicas que desligan a dos personas. Lo que no hacen es tabla rasa: hay compromisos, hijos, recuerdos, familia desvinculadas. Y eso es una pena.
Por eso entiendo que el liberalismo debe procurar los medios para "evitar el fracaso" de la primera unión; permitir que hayz vínculos más fuertes que otros "por voluntad de los contrayentes"; facilitar los procedimientos de reconciliación familiar antes del proceso de separación; establecer primero la "separación" y después el "divorcio", como una escalera con peldaños.
Pero no se puede forzar a nadie a vivir con el otro si el otro no quiere.
Eso es una pena, pero es así.
Mi opción es lo contrario al "divorcio exprés".

Anónimo dijo...

"Por eso entiendo que el liberalismo debe procurar los medios para "evitar el fracaso" de la primera unión".
Dí que sí, para eso tenemos conciencia, moral y...cerebro.
Saludos...
A ver si me voy...

frid dijo...

Avanti: muchas gracias por el comentario "hay que poner los medios para evitar el fracaso de la primera unión". Es difícil redefinir un liberalismo humanista, basado en el respeto a la naturaleza del hombre... que llevaría a ser mucho más limitante con el divorcio... como tú dices: implantando normativas que ayuden a los matrimonios para mantener la unión, "para no fracasar"