lunes, septiembre 11

En memoria del 11 de septiembre y de todas las víctimas inocentes.

Como si se tratase de una serie recurrente de acción diabólica, todos los años, con más o menos crudeza, la escena internacional se tiñe del rojo de la sangre de los inocentes.

En memoria del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, del 11 de marzo de 2003 en Madrid y del 7 de julio de 2005 en Londres.

La enseñanza que nos dan estos hechos es que no somos ni inmunes ni indiferentes a la diabólica simplificación de las ideologías. Cuando unos, en nombre de Alá, o en nombre de la raza, de la lengua, del paraíso futuro, simplifican el mundo entre buenos y "malos", entre nosotros y "los otros" están definiendo el mundo entre hombres e "infrahombres", entre elegidos y "gentes de segunda", entre constructores del futuro paraíso y "seres prescindibles", entre hombres y "no-hombres".

La escalada de violencia que justificó esos atentados puso en alerta a Estados Unidos que actuó, quizá de un modo ¿desproporcionado?; también alertó a Gran Bretaña que se hizo una piña con su gobierno y con un acoso policial fuerte sigue actuando.

En España reaccionamos de otra manera. Tuvimos miedo, echamos a un gobierno inocente acusándole de las muertes que causaron los extremistas, con bastante probabilidad conexionados con el mundo de ETA, y elegimos un gobierno débil que, mayoritariamente preferido para una acción de paz, aprovechó la coyuntura para radicalizar su programa e ideologizar su política.

Unas víctimas inocentes merecían mejor elección: un mayor control de los radicales que utilizan el atentado como coacción y acción política.

Unas víctimas inocentes merecían que mirásemos con mayor recelo a todo tipo de fundamentalismo, que no vistiésemos jamás un pañuelo que significase una opción terrorista, una acción decidida para ayudar a lo más moderado de los países árabes, a aquellos que reunidos en Túnez condenaron el terrorismo y la discriminación de la mujer.

No olvidemos que los que provocaron el 11-S; el 11-M y el 7-J no fueron unos locos, sino unos fanáticos de la ideología. Y que es ideología lo que impregna todavía el pensamiento de muchos de nuestros políticos que suavizan las relaciones con los terroristas. Entre ideologías se entienden y dialogan.

Una clave para resolver esos conflictos: Denunciar los pactos que excluyen a la mitad de los españoles de la vida pública; denunciar los modelos de educación direccionados a la ideología gobernante; denunciar la tolerancia ante los actos de terrorismo "de baja intensidad" o callejero que permite a ETA seguir con sus amenazas; denunciar la mentira de los eufemismos de nuestros políticos.

Las otras claves están relacionadas con la acción, dentro de la ley, de las fuerzas de seguridad del Estado con toda la fuerza y legitimidad que da el estado de derecho.

¿Se va por el buen camino cuando un etarra normal, representativo de la banda terrorista, amenaza con la muerte salvaje a un juez, dice que no renuncia ni renunciará nunca a la lucha armada, y muestra que está orgulloso de sus acciones?

Se iría por el buen camino si toda la justicia actuase y el presidente no dijese por ahí que el proceso de paz es imparable y que no hay ningún nubarrón que lo enturbie.

frid

2 comentarios:

vitio dijo...

Yo creo que es buen día para homenajear a todas las víctimas del terrorismo, y hacerles ver a los terroristas que no pueden conseguir sus objetivos con las armas.
Un saludo frid.

ignatiusmismo dijo...

Han transcurrido cinco años desde que te fuiste, Elaine, y ni un solo día he dejado de pensar en ti, me es imposible...